Por: Maximiliano Catalisano
Imaginate que tus estudiantes caminan por la antigua Roma, exploran el cuerpo humano desde adentro o interactúan con moléculas en tres dimensiones, todo sin salir del aula. La realidad virtual y la realidad aumentada están cambiando la forma en que se enseña y se aprende. No se trata de tecnología por moda, sino de una herramienta poderosa para motivar, explorar y conectar saberes de una forma más vivencial.
La realidad virtual permite sumergirse por completo en un entorno simulado. Existen aplicaciones educativas que permiten visitar museos, practicar habilidades técnicas o vivir escenas históricas como si estuvieran sucediendo en ese momento. Los estudiantes pueden interactuar con el contenido, tomar decisiones, observar detalles desde diferentes perspectivas y aprender a su propio ritmo. Esto potencia especialmente la atención, la participación y la retención de información.
Por otro lado, la realidad aumentada añade capas de información digital sobre el mundo real. Con solo usar un celular o una Tablet, es posible ver animaciones, textos o gráficos superpuestos sobre objetos físicos o imágenes impresas. Así, una lámina cobra vida, un mapa se transforma en una maqueta en 3D o una célula se abre en secciones explicadas con claridad.
Estas tecnologías no están limitadas a materias específicas. Pueden aplicarse en ciencias naturales, historia, arte, educación física y mucho más. Lo importante es que el uso esté pensado desde una mirada pedagógica: no se trata de deslumbrar, sino de enriquecer la experiencia de aprendizaje. Incluso es posible que los propios estudiantes creen sus propios proyectos con realidad aumentada o recorridos virtuales, desarrollando competencias digitales y expresivas.
No es necesario contar con equipamiento costoso para empezar. Hay aplicaciones gratuitas y recursos accesibles que funcionan desde un celular. Lo valioso es la planificación previa: qué queremos que nuestros alumnos aprendan, qué preguntas pueden hacerse en esa experiencia y cómo pueden registrar y reflexionar lo vivido.
La realidad virtual y aumentada no reemplazan al docente. Al contrario, lo ubican en un nuevo rol como mediador de experiencias que antes eran inimaginables. El conocimiento se vuelve exploración, y la escuela, un lugar donde lo posible se expande.