Por: María Gabriela Müller
“Nosotros definimos al novel como aquel que, habiendo obtenido el título de docente, se encuentra en los tres primeros años de inserción profesional dentro del campo de su formación.”
Nanni Silvina, Acompañamiento a docentes noveles.
Empezar a trabajar como docente no es tarea sencilla. Desde el primer momento, y como bien señala Silvina Nanni en un informe de la universidad de Quilmes sobre formación docente en contextos contemporáneos, muchos profesores y maestros noveles se encuentran en escuelas de alta complejidad educativa, donde los índices de repitencia, abandono escolar y sobreedad son elevados. Esto no es casual: quienes tienen más puntaje por antigüedad o formación suelen elegir primero su destino laboral, dejando los lugares más complicados para quienes recién se inician.
Lo más llamativo es que a los nuevos se los recibe como si fueran experimentados. Apenas llegan, ya tienen a su cargo un grupo de estudiantes y se espera que resuelvan cualquier situación que se presente, sin demasiadas explicaciones ni apoyos extra. Para ponerlo en comparación, pensemos en un chef recién salido de la escuela de cocina: no entra directo a comandar una cocina en hora pico. Primero aprende a preparar las entradas, ayuda en las tareas más básicas y poco a poco va tomando responsabilidades. En la docencia, sin embargo, la curva de aprendizaje suele ser mucho más abrupta.
Otro problema es que, en los profesorados, se estudia mucho desde la teoría, pensando en alumnos “tipo”, con características generales. Pero en la realidad, cada estudiante que se cruza en el aula trae una historia única, situaciones familiares diversas y modos de aprender muy distintos. Adaptarse a esa diversidad lleva tiempo, y no siempre el docente novel tiene las herramientas suficientes desde el arranque.
Además, cuando se presentan conflictos o situaciones complicadas, los docentes más experimentados suelen tener varias estrategias para actuar: saben cuándo intervenir con una advertencia, cuándo hablar con la familia, o cuándo derivar a un directivo. Los que recién empiezan, en cambio, suelen manejar menos opciones y tienden a tomar decisiones más rápidas o extremas, simplemente porque todavía no conocen todos los matices posibles.
Algo que hace toda la diferencia es poder contar con alguien que te escuche y te aconseje. Tener un colega que te diga «a mí me pasó algo parecido y lo resolví así» puede ser de enorme ayuda para un principiante. Sin embargo, muchas veces ese espacio de intercambio y acompañamiento no existe de manera formal en las escuelas, y todo queda librado a la buena voluntad de algunos compañeros.
También hay que decir que trabajar en contextos de vulnerabilidad social impacta fuerte en quien recién empieza. No solo se trata de enseñar contenidos, sino también de lidiar con realidades duras que muchas veces superan la preparación previa. Estas experiencias pueden resultar emocionalmente exigentes y es fundamental que los noveles no enfrenten solos esa carga.
Por todo esto, sería ideal que las escuelas y los sistemas educativos diseñaran estrategias específicas para acompañar a los docentes en sus primeros años. Crear programas de tutoría, espacios de charla y reflexión, y reconocer que el comienzo en la docencia necesita tiempo, apoyo y comprensión sería un gran paso para fortalecer no solo a los maestros y profesores noveles, sino también a todo el sistema educativo.
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