Por: Marta Bonserio
Una construcción colectiva para cuidar lo más valioso: la vida escolar
“Riesgo es la posibilidad de que se presente un evento no deseado.” Esta afirmación, tan sencilla como potente, nos invita a reflexionar sobre la importancia de anticiparnos a los hechos que pueden afectar la integridad de quienes transitan a diario por una escuela.
En todo establecimiento educativo –donde conviven estudiantes, docentes, auxiliares, familias y equipos directivos– es imposible eliminar completamente los riesgos. Sin embargo, sí es posible identificarlos, evaluarlos y tomar decisiones que reduzcan sus consecuencias. Para ello, cada institución debe realizar un diagnóstico preciso, analizar los factores de riesgo presentes en su entorno y construir un Plan de Prevención del Riesgo ajustado a su realidad.
Este plan no es un documento más. Es, como bien lo define la perspectiva interdisciplinaria que hoy se promueve, una construcción social, situada y participativa, que orienta la detección, prevención e intervención frente a situaciones de riesgo, y que requiere la implicación activa de toda la comunidad educativa.
¿Por qué es importante contar con un plan?
Porque permite:
• Organizar la respuesta ante emergencias.
• Evitar daños mayores ante situaciones previsibles.
• Fortalecer la cultura institucional de prevención y cuidado.
• Promover una mayor articulación con organismos especializados, como Defensa Civil, Bomberos y servicios de salud.
El Plan de Prevención del Riesgo no puede ni debe elaborarse en soledad. Es clave que su diseño e implementación incluya la voz de todos los actores institucionales: personal directivo y docente, auxiliares, familias y estudiantes. Esta participación garantiza que el plan responda a las verdaderas necesidades del entorno.
¿Qué debe contener un plan institucional?
Según la normativa vigente en muchas provincias del país –como la Provincia de Buenos Aires, a través del Artículo 116° del Reglamento General de Instituciones Educativas–, el plan debe integrarse al Proyecto Institucional y contemplar los siguientes aspectos:
• Condiciones edilicias y de infraestructura.
• Manipulación de alimentos y riesgos sanitarios.
• Acceso y circulación dentro y fuera del edificio.
• Riesgos asociados a la electricidad, el agua, el gas y las tecnologías.
• Actos escolares, traslados, concurrencias masivas y catástrofes naturales.
• Vulneración de derechos, delitos y otras situaciones que requieran intervención.
Este abordaje integral permite construir protocolos claros, acciones preventivas específicas y criterios para actuar en caso de accidente.
El mapa de riesgo: una herramienta clave
Una de las estrategias centrales del plan es la elaboración del Mapa de Riesgo, un croquis o plano donde se identifican y señalan los espacios del establecimiento que pueden representar un peligro. Escaleras sin barandas, cables sueltos, salidas bloqueadas, pisos resbaladizos, entre otros ejemplos, deben estar claramente marcados.
Este mapa debe ser:
• Revisado anualmente.
• Ubicado en lugares visibles.
• Acompañado por protocolos de actuación.
• Archivado junto con el Plan general.
Además, será útil contar con el asesoramiento de profesionales en seguridad e higiene, bomberos o equipos técnicos distritales. La experiencia demuestra que muchas veces estos aportes permiten anticiparse a situaciones que podrían pasar inadvertidas en la rutina escolar.
La importancia del trabajo en equipo
La gestión del riesgo no es responsabilidad exclusiva de una persona o un sector. Involucra a todos. La secretaría de la institución, por ejemplo, cumple un rol fundamental: organiza la documentación, colabora en la actualización del plan, garantiza el acceso a la información y acompaña al equipo directivo en el seguimiento de las acciones previstas.
También se deben considerar aspectos cotidianos como:
• La organización de los recreos.
• El cuidado de baños y pasillos.
• La seguridad en el ingreso y egreso de estudiantes.
• La vigilancia de áreas comunes o compartidas.
Construir una escuela segura es construir una escuela donde todos sepamos qué hacer ante una emergencia, cómo cuidarnos mutuamente y qué protocolos seguir. Es, en definitiva, construir una comunidad que educa también en la prevención y el compromiso ciudadano.
En el taller de MB Consultora Educativa, aprenderás a desarrollar un Plan de Prevención del Riesgo que te permitirá anticipar y gestionar situaciones adversas, garantizando un entorno seguro y resiliente para toda la comunidad.
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