Por: Maximiliano Catalisano
PowerPoint es una de las herramientas más utilizadas en el ámbito educativo, pero también una de las más subestimadas. Su uso extendido no garantiza buenos resultados, especialmente cuando se lo emplea sin una intención pedagógica clara. Muchas veces, en lugar de potenciar la comprensión o enriquecer la clase, se transforma en una barrera que distrae, abruma o desmotiva. Por eso, identificar los errores más comunes y saber cómo evitarlos puede marcar una diferencia real en la forma de enseñar y conectar con los estudiantes.
Uno de los errores más frecuentes es saturar las diapositivas con texto. En vez de reforzar las ideas centrales, esto genera un efecto contrario: se vuelve difícil de seguir, obliga a los estudiantes a leer mientras escuchan y reduce la atención al docente. En su lugar, conviene sintetizar al máximo y usar palabras clave, esquemas o imágenes que acompañen lo que se está diciendo, no que lo reemplacen.
Otro desacierto habitual es usar un diseño poco cuidado o sobrecargado. Tipografías difíciles de leer, fondos estridentes o colores sin contraste pueden alejar la atención y dificultar la comprensión. La clave está en buscar una estética limpia, legible y coherente con el contenido. Menos es más: un diseño simple y claro tiene mucho más impacto que una presentación visualmente caótica.
También es frecuente que se utilicen las presentaciones como un guion rígido, que se sigue diapositiva por diapositiva, sin espacio para el diálogo o la interacción. Esto convierte la clase en una exposición cerrada, donde los estudiantes quedan como oyentes pasivos. Para evitarlo, es importante que el PowerPoint no sea el protagonista, sino un recurso más dentro de una propuesta que también invite a preguntar, debatir o construir ideas colectivamente.
Otro punto a revisar es la falta de variedad en los recursos que se integran. Limitarse solo a texto e imágenes es una oportunidad perdida. PowerPoint permite insertar videos, audios, enlaces interactivos o incluso preguntas que disparen la reflexión. Aprovechar estas posibilidades contribuye a una experiencia más rica y cercana a los lenguajes que hoy manejan los estudiantes.
Por último, muchas veces las presentaciones se preparan sin considerar el tiempo disponible ni la dinámica real del aula. Esto lleva a correr, saltar diapositivas o tener que recortar sobre la marcha. Es mejor diseñar con realismo, priorizando lo esencial y dejando márgenes para improvisar según el ritmo del grupo.
PowerPoint sigue siendo una herramienta valiosa si se usa con intención, creatividad y sentido pedagógico. No se trata de descartar su uso, sino de transformar la forma en que lo integramos a nuestras prácticas, para que no sea una obligación ni un ritual vacío, sino una ayuda concreta para enseñar mejor.
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