Por: Maximiliano Catalisano
A diario, recibimos y compartimos datos de distintas maneras, pero ¿es lo mismo informar que comunicar? Aunque a simple vista pueden parecer conceptos similares, tienen diferencias que influyen en la manera en que interactuamos con los demás.
La información es la transmisión de datos de manera objetiva. Puede encontrarse en libros, noticias, informes o cualquier medio que exponga hechos sin necesidad de interacción. Por ejemplo, cuando un docente expone un tema en clase o cuando un noticiero presenta un acontecimiento, se está brindando información.
En cambio, la comunicación es un proceso más amplio que implica la interacción entre personas. No solo se trata de transmitir un mensaje, sino de asegurarse de que el receptor lo comprende y pueda responder. En una conversación, en una reunión de trabajo o en una clase con participación activa, la comunicación fluye en ambos sentidos y permite intercambiar ideas, aclarar dudas y llegar a acuerdos.
En la educación, esta diferencia es fundamental. Un maestro puede dar información a sus alumnos, pero si no hay un canal de comunicación abierto, es posible que no se logre un aprendizaje real. Lo mismo ocurre en el ámbito laboral o en la vida cotidiana: un mensaje claro y una respuesta efectiva pueden evitar confusiones y fortalecer las relaciones.
Comprender estas diferencias ayuda a mejorar la manera en que nos expresamos. No siempre alcanza con brindar datos; es necesario generar espacios de comunicación en los que el mensaje sea comprendido y se puedan intercambiar opiniones.