Por: Maximiliano Catalisano
En cada aula existe una enorme diversidad de estudiantes. Entre ellos, algunos chicos y chicas se destacan por su capacidad de aprender con rapidez, por su curiosidad infinita o por su forma de pensar fuera de lo común. Muchas veces, estos estudiantes pasan desapercibidos, se aburren o incluso se sienten incomprendidos. Por eso, reconocer y acompañar a estudiantes con altas capacidades intelectuales es una tarea clave dentro de las escuelas, no solo para potenciar sus talentos, sino también para garantizar que se sientan parte, que se entusiasmen y que encuentren un espacio donde puedan desplegar todo su potencial.
Detectar a tiempo a un estudiante con altas capacidades no siempre es sencillo. No todos se destacan con las mejores notas o con una participación constante en clase. Muchas veces se trata de chicos y chicas que se cuestionan todo, que van más allá de lo que se les propone, que tienen intereses poco habituales para su edad o que necesitan desafíos mayores. Es fundamental que los docentes estén atentos a esas señales y que puedan observar con sensibilidad esas formas de aprender que no siempre responden a lo que se espera tradicionalmente.
Acompañar a estos estudiantes implica diseñar propuestas flexibles, ofrecer actividades alternativas, permitir que investiguen, que creen, que desarrollen proyectos propios. También es importante brindarles tiempos y espacios para compartir con pares que los comprendan y los motiven. Las actividades abiertas, los trabajos por proyectos, las propuestas de investigación o los desafíos fuera del aula suelen ser grandes aliados.
El rol de la escuela es esencial, pero también lo es el trabajo con las familias. Muchas veces, son ellas quienes primero detectan ciertas características y buscan respuestas. La comunicación entre escuela y familia permite acordar estrategias, pensar acompañamientos y buscar los recursos adecuados. Además, cuando es necesario, se puede recurrir a profesionales especializados que ayuden a diseñar un plan de trabajo personalizado.
Otro aspecto importante es el bienestar emocional. No alcanza solo con ofrecer más contenido o más actividades. Los estudiantes con altas capacidades también necesitan sentirse comprendidos, valorados y respetados en sus ritmos y formas de ser. Escucharlos, darles un lugar de participación, trabajar las emociones y los vínculos dentro del aula resulta fundamental para que puedan desplegar su talento sin sentirse aislados o diferentes.
Pensar en estos estudiantes es un desafío hermoso para cualquier docente. Es reconocer que cada alumno tiene un modo único de aprender y que la escuela puede ser el lugar donde todos encuentren la oportunidad de crecer, de expresarse y de desarrollar lo mejor de sí mismos.