Por: Maximiliano Catalisano
Detrás del movimiento cotidiano de una escuela, hay una dupla que muchas veces pasa desapercibida pero que sostiene el ritmo de todo lo que ocurre: la secretaría escolar y la comunicación institucional. Cuando ambas se articulan de forma clara, ordenada y proactiva, el clima escolar mejora, la información fluye sin trabas y las familias sienten una presencia cercana y confiable. Esta relación es mucho más que la emisión de circulares o la entrega de certificados: es la voz visible de la institución y, muchas veces, el primer canal que conecta a la escuela con su comunidad.
La secretaría escolar no solo administra documentos. También organiza agendas, coordina con equipos docentes, recibe a familias, responde consultas y mantiene actualizado el circuito de comunicaciones. En ese cruce constante de tareas, es fundamental que los mensajes tengan coherencia, lleguen a tiempo y estén adaptados a cada canal: desde carteleras impresas hasta grupos de WhatsApp o publicaciones en redes sociales.
Una buena comunicación institucional requiere planificación, tono adecuado y constancia. La secretaría puede acompañar este proceso anticipando fechas clave, recordando plazos y ayudando a que cada comunicación refleje el proyecto educativo de la escuela. Por eso es clave pensar formatos amigables, mensajes breves pero claros, y herramientas que simplifiquen los envíos, como plantillas o cronogramas semanales.
Además, la digitalización de la gestión escolar amplió las posibilidades. Hoy es común ver secretarías que usan plataformas como Google Calendar, gestores de correo, sistemas de mensajería institucional o formularios en línea. Esto no solo agiliza los procesos, sino que permite mantener una comunicación más personalizada con estudiantes y familias.
Cuando la comunicación fluye bien, se evitan malos entendidos, se fortalece el vínculo con las familias y se promueve un clima más armónico entre todos los actores escolares. La secretaría es parte activa de ese entramado. Su tarea no se limita a lo administrativo: es el puente que conecta a cada persona con la vida institucional.
Reconocer este rol y potenciarlo es un paso importante para cualquier escuela que quiera sostener relaciones más humanas, cercanas y organizadas. Apostar a esta dupla es invertir en el corazón mismo de la escuela: su forma de decir, informar y acompañar.