Por: Maximiliano Catalisano

¿Qué pasaría si la escuela pudiera parecerse más al mundo? Si los proyectos de aula nacieran de desafíos reales, y los estudiantes pudieran combinar conocimientos de distintas áreas para darles una respuesta creativa. Eso es lo que propone el enfoque STEAM: trabajar ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas de forma integrada, apostando a experiencias de aprendizaje que conecten con la vida cotidiana y despierten el entusiasmo por investigar, crear y construir.

Incorporar este enfoque no significa sumar más contenido, sino cambiar la mirada. En lugar de enseñar cada materia por separado, se busca generar propuestas donde los saberes se entrelacen. Por ejemplo, un proyecto de diseño de juguetes sustentables permite aplicar principios de física, trabajar con medidas, investigar materiales, utilizar herramientas digitales y reflexionar sobre el impacto ambiental y social de nuestras decisiones.

La inclusión del arte dentro del modelo STEM tradicional no es casual. El componente creativo no solo amplía las posibilidades expresivas, sino que permite explorar múltiples soluciones y enriquecer el pensamiento desde la sensibilidad. En este sentido, STEAM invita a salir de la lógica de la única respuesta correcta para abrazar el proceso, la exploración y la colaboración.

Una de las grandes ventajas de esta perspectiva es que puede aplicarse en todos los niveles, desde inicial hasta secundaria, con propuestas simples o complejas según el grupo. Lo importante es partir de una pregunta significativa: ¿cómo podríamos resolver una necesidad en nuestra escuela?, ¿cómo podemos mejorar el uso del agua en casa?, ¿cómo diseñar un juego que ayude a otros a aprender algo? A partir de allí, se despliega una red de aprendizajes posibles.

Existen herramientas digitales que acompañan esta forma de enseñar: desde simuladores de circuitos eléctricos hasta plataformas de diseño 3D, pasando por aplicaciones para crear animaciones o programar robots. Pero también se puede empezar con materiales reciclados, papel, lápices y muchas ganas de experimentar.

Más que una metodología, STEAM es una invitación a enseñar de una forma más conectada con los intereses del presente. Es una forma de mostrar que la ciencia está en las recetas de cocina, que la matemática se esconde en los ritmos musicales y que la tecnología puede ser una aliada para cambiar el entorno. En definitiva, es apostar por una escuela que prepare a los estudiantes no solo para aprobar materias, sino para pensar, hacer y transformar.