Por: Maximiliano Catalisano

Dar clase frente a una pantalla parecía una solución momentánea. Sin embargo, con el tiempo, muchas herramientas digitales se volvieron parte esencial del día a día escolar. Las plataformas de videoconferencia ya no son solo un espacio para conectarse, sino una oportunidad real para crear entornos participativos, visuales y cercanos, incluso a la distancia. Hoy más que nunca, elegir bien con qué plataforma trabajar puede marcar la diferencia en el vínculo con los estudiantes y en los resultados que se logran.

Zoom, por ejemplo, sigue siendo una de las más elegidas por su facilidad de uso y por sus funciones útiles como las salas divididas, el chat integrado y la posibilidad de grabar las clases. Esto permite diseñar encuentros donde se trabaja en equipo, se participa de forma activa y cada estudiante puede acceder luego al material si lo necesita.

Google Meet, al estar integrado con Google Classroom, facilita mucho el trabajo diario. Desde una misma cuenta se puede organizar la clase, compartir documentos, crear tareas y realizar la videollamada sin salir del entorno de trabajo. Además, las extensiones que se pueden sumar permiten hacer anotaciones, encuestas o pizarras colaborativas durante la clase.

Microsoft Teams ofrece una propuesta más completa que combina videollamada, chats, tareas, archivos y grupos. Es una opción muy usada en instituciones que tienen una estructura digital más armada y buscan integrar todas las funciones en un solo lugar. Tiene una curva de aprendizaje mayor, pero es muy sólida para equipos de trabajo que se organizan en red.

Otras herramientas como Jitsi Meet o BigBlueButtontambién ofrecen alternativas libres y accesibles para quienes buscan flexibilidad y menos dependencia de cuentas corporativas. Son buenas opciones para actividades puntuales, encuentros con familias o tutorías uno a uno.

Lo importante es no quedarse solo con la función de “vernos por cámara”. Estas plataformas tienen herramientas interactivas que permiten juegos, trabajo en grupo, encuestas en vivo, pizarras, videos y hasta presentaciones animadas. Usarlas bien no significa complicarse, sino animarse a explorar una o dos funciones nuevas por semana e ir incorporándolas con naturalidad.

Con creatividad, planificación y el uso adecuado de estas plataformas, el aula virtual se vuelve un espacio mucho más dinámico y cercano a lo que los estudiantes de hoy esperan: participación, ritmo ágil y lugar para expresarse. Ya no se trata solo de “dar la clase”, sino de aprovechar lo digital para abrir nuevas formas de aprender y compartir.