Por: Maximiliano Catalisano

Antes de cumplir seis años, el cerebro de un niño desarrolla conexiones fundamentales que influirán en su aprendizaje futuro. Sin embargo, un informe de la UNESCO de 2022 revela que 1 de cada 4 niños de cinco años en el mundo no ha recibido ningún tipo de educación formal. Esto significa que 35 millones de niños no han tenido la oportunidad de acceder a un entorno educativo en sus primeros años de vida.

La educación inicial es mucho más que aprender letras y números. Es un espacio donde los niños comienzan a desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas que los prepararán para la escuela primaria y la vida en sociedad. No asistir a estos primeros años de escolaridad puede generar diferencias significativas en el desarrollo y el rendimiento académico a largo plazo.

Las razones detrás de esta realidad son diversas. En algunos países, la falta de acceso a instituciones educativas, la pobreza o la necesidad de que los niños ayuden en tareas del hogar impiden que puedan asistir a un jardín de infantes. En otros casos, aunque haya centros educativos disponibles, las familias no cuentan con información sobre su importancia o enfrentan barreras económicas para inscribir a sus hijos.

La UNESCO destaca la urgencia de garantizar que todos los niños tengan acceso a una educación temprana de calidad. Las investigaciones muestran que aquellos que asisten a programas de educación inicial tienen más probabilidades de completar la escuela primaria, desarrollar mejores habilidades sociales y alcanzar mayores niveles de bienestar en su vida adulta.