Por: Maximiliano Catalisano
Hay algo especial en esos días de vacaciones de invierno donde el frío invita a abrigarse bien y salir a disfrutar del aire libre con los chicos, una manta y una canasta llena de cosas ricas. Si estás buscando una forma distinta de compartir tiempo de calidad con tus hijos o alumnos en este receso, un picnic educativo puede ser una excelente excusa para aprender, jugar y conectar con la naturaleza sin perder el descanso que todos necesitamos. No hace falta gastar mucho ni organizar actividades complicadas: con algunas ideas simples, podés convertir una salida al parque o a la plaza en una experiencia memorable que deje aprendizajes y buenos recuerdos.
Cómo planificar un picnic educativo
El primer paso es elegir un lugar cómodo y seguro. Puede ser una plaza con espacio verde, un parque cercano, un patio amplio o incluso un pequeño jardín. Lo importante es que haya espacio para que los chicos se muevan, jueguen y exploren. Si el clima es muy frío, se puede realizar en un quincho o en un espacio semicubierto, dejando un momento para observar el entorno natural.
Luego, armar la canasta. Llevá alimentos simples y nutritivos como frutas cortadas, galletitas caseras, jugo natural o agua, sándwiches fáciles de agarrar con la mano y termos con algo calentito. No te olvides de una manta o lona para sentarse, servilletas y bolsas para recolectar los residuos que se generen.
Aprendizajes que pueden surgir en un picnic
Un picnic no es solo comer al aire libre. Podés llevar cuentos para leer en ronda, juegos de palabras, adivinanzas o canciones para cantar juntos. Si hay espacio y el lugar lo permite, una pequeña búsqueda del tesoro con pistas relacionadas con animales, plantas o colores es una gran oportunidad de juego y observación. Otra propuesta es armar un diario del picnic donde los chicos dibujen lo que ven o escriban lo que más les gustó del día, trabajando escritura y creatividad de manera relajada.
Si los chicos están en edad escolar, se pueden proponer juegos de conteo con hojas, ramas o piedritas, explorando matemáticas sin darse cuenta. También es un momento para mirar las nubes y descubrir figuras, entrenando la imaginación y la capacidad de expresión oral.
Actividades de ciencia en el picnic
La naturaleza es un laboratorio abierto. Podés llevar lupas para observar insectos, hojas o cortezas de los árboles. Se pueden colectar hojas secas para compararlas y clasificarlas, observando sus formas y colores, o identificar huellas de animales en el suelo si el lugar lo permite. Otra idea es llevar un frasco con una lupa en la tapa para observar pequeños insectos por un momento antes de liberarlos nuevamente.
Si el día está soleado, se puede hablar de las sombras y jugar a medirlas o a dibujar sus contornos sobre el piso con tiza. También se pueden hacer burbujas para ver cómo el viento las mueve y reflexionar sobre el aire y la temperatura.
Lectura compartida en un entorno distinto
Los libros cobran un sentido distinto cuando se leen al aire libre. Podés elegir cuentos relacionados con la naturaleza, con animales o historias de invierno. Los chicos pueden turnarse para leer en voz alta, fomentando la lectura fluida y la comprensión, o simplemente disfrutar de escuchar mientras miran el cielo o se acurrucan bajo una manta.
Juegos para moverse y divertirse
El picnic es un momento ideal para moverse. Se pueden organizar juegos tradicionales como la rayuela, el elástico, carreras de embolsados, saltar la cuerda o juegos con pelotas pequeñas. Esto ayuda a liberar energía, fortalecer la motricidad y divertirse en un ambiente seguro.
Construir vínculos durante el picnic
Más allá de las actividades educativas, lo importante es disfrutar de un momento de conexión y de pausa en medio de las rutinas. Conversar, compartir ideas, reírse de las ocurrencias de los chicos y dejar espacio para que ellos mismos propongan juegos o cuenten historias. Este tiempo compartido en un picnic puede fortalecer la confianza y generar recuerdos que queden grabados en su memoria afectiva.
Recomendaciones para que todo sea disfrutable
Llevar ropa cómoda y abrigo, gorros y guantes si es necesario. Tener a mano pañuelos de papel, alcohol en gel y una muda extra de ropa si los chicos son pequeños y se pueden ensuciar con el pasto o la tierra. Recordar llevar una bolsa para juntar toda la basura antes de irse, dejando el lugar limpio como se encontró.
Si el picnic se realiza en grupo, se pueden organizar equipos para armar juegos de preguntas y respuestas, una ronda de cuentos encadenados o una pequeña feria de libros donde cada uno lleva un libro para intercambiar o leer en el lugar.
Cerrar el picnic con una reflexión
Antes de volver a casa, se puede invitar a los chicos a compartir lo que más les gustó del día, algo nuevo que hayan aprendido o algo que observaron que les llamó la atención. Esta breve ronda de palabras ayuda a reforzar el aprendizaje, la escucha y la valoración del momento vivido juntos.