Por: Maximiliano Catalisano
Cada escuela es un espacio donde conviven diferentes formas de ser, de aprender y de relacionarse, y la convivencia escolar es un reflejo de cómo la comunidad educativa puede construir un ambiente de respeto, cuidado y participación. Sin embargo, la convivencia no se resuelve con frases motivacionales en carteles de pasillo, sino con herramientas de gestión concretas que permitan sostener acuerdos, prevenir conflictos y acompañar situaciones complejas que puedan aparecer en la vida escolar. Saber cuáles son estas herramientas y cómo implementarlas puede marcar una diferencia en el clima institucional.
Las herramientas de gestión para mejorar la convivencia escolar son recursos que las escuelas utilizan para planificar, prevenir y actuar frente a situaciones que puedan afectar el ambiente de trabajo y aprendizaje. Entre ellas, se destacan el acta acuerdo de convivencia, el reglamento interno, los protocolos de intervención en situaciones de conflicto y vulneración de derechos, y los proyectos de convivencia institucional.
El acta acuerdo de convivencia es una herramienta construida de forma participativa por docentes, estudiantes, familias y equipos de conducción. En ella se establecen los compromisos de cada uno en relación con las normas de convivencia, los derechos y responsabilidades, las formas de resolver conflictos y los acuerdos para el cuidado de los espacios comunes. Su construcción permite que todos participen en definir cómo se convivirá en la escuela, fortaleciendo la implicación de los estudiantes y las familias en el cumplimiento de lo acordado.
El reglamento interno es otro recurso de gestión importante, ya que organiza de manera clara los derechos y obligaciones de quienes integran la comunidad educativa, detallando los procedimientos frente a inasistencias, llegadas tarde, uso de uniforme, cuidado del material escolar, normas de respeto y resolución de conflictos. Este reglamento debe ser conocido por todos y puede revisarse periódicamente para ajustar normas que ya no respondan a las necesidades de la comunidad.
Los protocolos de actuación en casos de vulneración de derechos, violencia o situaciones de conflicto permiten a los equipos de conducción y orientación contar con pasos claros para actuar de forma organizada, cuidando a los estudiantes y al personal involucrado. Estos protocolos están orientados a la prevención y a la intervención respetuosa, evitando decisiones improvisadas que puedan dañar a quienes atraviesan situaciones difíciles. Son herramientas clave para sostener la convivencia desde una perspectiva de cuidado y protección.
Los proyectos de convivencia institucional son planificaciones específicas que las escuelas pueden construir, incorporando actividades de formación, talleres, jornadas y propuestas de aula que fomenten la reflexión sobre el respeto, la diversidad y el cuidado de las relaciones interpersonales. Estos proyectos suelen articularse con las áreas de educación física, artística y ciencias sociales, integrando las temáticas de convivencia de forma transversal a las prácticas escolares cotidianas.
Otra herramienta de gestión que mejora la convivencia escolar es el uso de reuniones de mediación y diálogo en situaciones de conflicto, donde las partes puedan expresar sus puntos de vista, asumir responsabilidades y construir acuerdos de reparación o mejora en el vínculo. Estas instancias, orientadas y acompañadas por el equipo de orientación escolar o el equipo directivo, contribuyen a que los conflictos se aborden de manera educativa, evitando sanciones punitivas que no resuelven las causas de fondo.
El trabajo en red con otras instituciones del barrio, como centros de salud, comisarías de la mujer, organizaciones comunitarias y equipos territoriales, también se constituye en una herramienta de gestión que fortalece la convivencia. Estas redes permiten a la escuela articular acciones de acompañamiento en situaciones complejas que exceden su marco de intervención, garantizando una mirada integral de las problemáticas que atraviesan a los estudiantes y sus familias.
La capacitación continua del equipo docente en resolución de conflictos, mediación escolar, educación emocional y abordaje de la diversidad es otra herramienta esencial que fortalece las prácticas de convivencia. Las escuelas que promueven espacios de formación para sus equipos de trabajo logran construir una mirada común sobre la convivencia y mejorar sus estrategias para el abordaje de conflictos en el aula y en los espacios comunes.
El uso de registros y actas de seguimiento en situaciones de conflictos o acuerdos de convivencia permite documentar las intervenciones realizadas, evaluar las estrategias utilizadas y ajustar las acciones en caso de ser necesario. Este registro también facilita la continuidad en el trabajo institucional, ya que las acciones no dependen de la memoria de una sola persona, sino que forman parte de una gestión organizada y compartida.
Contar con un plan de prevención de conflictos, que incluya actividades de reflexión, campañas de cuidado, espacios de escucha y seguimiento de situaciones, contribuye a anticipar conflictos que puedan escalar y afectar la convivencia. Este plan debe ser conocido por el personal de la escuela y revisado de forma periódica para identificar logros y ajustar lo que sea necesario.
La convivencia escolar es una construcción diaria que requiere herramientas concretas, participación de toda la comunidad y una gestión comprometida con el cuidado de las relaciones. Implementar estas herramientas en las escuelas no solo previene conflictos, sino que transforma el modo en que se construyen los vínculos, favoreciendo un clima escolar donde se puede aprender, enseñar y crecer con respeto.