Por: Maximiliano Catalisano
Lograr que niños y adolescentes incorporen hábitos alimenticios saludables no es solo una cuestión de salud física: también tiene impacto directo en su energía, su concentración, su estado de ánimo y hasta en su disposición para aprender. Y si bien las familias tienen un rol clave, la escuela puede transformarse en un escenario privilegiado para impulsar cambios que perduren en el tiempo.
En muchas instituciones educativas, ya no alcanza con dar charlas esporádicas sobre nutrición. Se trata de construir una cultura alimentaria desde lo cotidiano, en el comedor, en el recreo, en los kioscos escolares y también en las aulas. La promoción de estos hábitos empieza por reconocer la diversidad de contextos y costumbres alimenticias, pero también por generar espacios donde los chicos puedan pensar y repensar qué comen, cómo lo hacen y por qué.
Las propuestas pedagógicas pueden integrar la alimentación saludable desde múltiples áreas. Desde una receta en clase de lengua extranjera hasta el análisis de etiquetas en ciencias naturales. También puede trabajarse desde proyectos institucionales que incluyan huertas escolares, desayunos compartidos, jornadas temáticas o acuerdos con el kiosco para ofrecer opciones más sanas. Lo importante es que el tema no aparezca como una obligación impuesta, sino como una oportunidad para vincularse de forma más consciente con el propio cuerpo.
El entorno también influye. Si el mensaje que se transmite desde el discurso no se refleja en las prácticas cotidianas de la escuela, los estudiantes lo perciben rápidamente. Por eso, promover hábitos saludables implica revisar las rutinas escolares, pensar los tiempos de comida, acompañar con información clara y motivadora, e incluso incluir a las familias en el proceso.
La alimentación está atravesada por cuestiones económicas, sociales y culturales. No se trata de señalar qué está bien o mal comer, sino de abrir el diálogo, ofrecer alternativas reales y generar procesos de cambio progresivos. Una escuela que promueve hábitos saludables no solo educa, también cuida.