Por: Maximiliano Catalisano

Las vacaciones dejan recuerdos de juegos, meriendas largas, días sin horarios estrictos y más tiempo con la familia. Sin embargo, cuando se acercan los días de volver a clases o a las actividades habituales, muchas familias se encuentran con el desafío de recuperar las rutinas que se aflojaron durante el receso. Este momento no tiene que ser un caos ni un tiempo de peleas, sino una oportunidad para acompañar a los chicos a retomar hábitos de forma gradual y con calma, ayudándolos a volver a encontrar ritmo, seguridad y bienestar en lo cotidiano.

Uno de los hábitos que más se alteran durante las vacaciones es el horario de sueño. Acostarse tarde y levantarse sin horario es parte de disfrutar el receso, pero el cuerpo necesita orden para descansar bien y tener energía durante el día. Para recuperar este hábito, se puede comenzar una semana antes de la vuelta al colegio adelantando de a poco el horario de ir a la cama y de levantarse, sin presiones, con actividades tranquilas antes de dormir como leer juntos, escuchar música suave o charlar sobre lo que esperan del próximo ciclo.

La alimentación es otro de los aspectos que muchas veces se desordena durante las vacaciones. Volver a horarios de desayuno, almuerzo y merienda ayuda a los chicos a regular su energía y a mantener su atención en las actividades. Involucrarlos en la planificación de las comidas, elegir juntos frutas, preparar licuados o meriendas caseras permite que se sientan parte de este regreso a la rutina, cuidando el cuerpo de forma natural y sin imposiciones.

El uso de pantallas también suele incrementarse en el receso, y volver a regular los tiempos de exposición es necesario para recuperar el ritmo de actividades escolares o deportivas. Se puede conversar en familia sobre los momentos de uso de dispositivos, acordar horarios y proponer alternativas como juegos de mesa, lectura o actividades al aire libre para ir reduciendo el tiempo frente a las pantallas de forma progresiva.

La organización de los materiales escolares es otro paso importante para preparar el regreso a las rutinas. Revisar mochilas, cuadernos y útiles junto a los chicos les permite reencontrarse con el espacio escolar y anticiparse al inicio de clases. Este momento se puede transformar en una actividad compartida donde elijan juntos etiquetas, decoren carpetas o preparen un espacio de estudio ordenado en casa, generando entusiasmo y participación.

La recuperación de hábitos también incluye el movimiento. Durante las vacaciones, los horarios pueden ser más flexibles y la actividad física puede reducirse si no hay salidas frecuentes. Retomar caminatas, juegos al aire libre o actividades deportivas con los chicos ayuda a que vuelvan a conectar con su cuerpo, descarguen energía y se sientan con más ánimo para enfrentar el regreso a las actividades.

Las emociones de los chicos merecen un lugar en este proceso de recuperación de hábitos. Algunos pueden sentirse felices por volver a ver a sus amigos, mientras que otros pueden tener miedo o ansiedad por los cambios que trae el nuevo ciclo. Abrir espacios de conversación donde puedan expresar lo que sienten, sus expectativas y dudas es una forma de acompañarlos en esta transición con cercanía y contención, mostrando que no están solos en este proceso.

El acompañamiento de los adultos es clave durante estos días de transición. Mantener la calma, ofrecer palabras de aliento y validar las emociones de los chicos facilita el proceso de volver a las rutinas. La tranquilidad de los adultos se transmite y permite que los chicos sientan seguridad en los cambios que van atravesando, reforzando la confianza en sus capacidades para adaptarse nuevamente.

La recuperación de hábitos después de las vacaciones no significa perder la alegría del receso, sino aprender a integrar esos momentos de disfrute en las rutinas diarias. Se pueden sostener pequeños espacios de juego, de conversación y de salidas en familia durante la semana, equilibrando las obligaciones con momentos de disfrute que aporten bienestar a cada día.

Retomar las rutinas de manera gradual, con gestos simples y cotidianos, permite que el regreso a la actividad sea un proceso natural. El inicio de clases o de actividades no tiene que ser sinónimo de estrés si se acompaña con una mirada positiva, con orden progresivo y con la participación de los chicos en cada paso.

Ayudar a los chicos a recuperar hábitos después de las vacaciones es un regalo que fortalece su bienestar físico y emocional, enseñándoles que cada etapa del año puede vivirse con alegría, cuidado y aprendizajes compartidos en familia.