Por: Maximiliano Catalisano
En un mundo donde la tecnología atraviesa casi todas las dimensiones de la vida, aprender programación y pensamiento computacional dejó de ser un lujo para transformarse en una necesidad formativa desde edades tempranas. Ya no se trata solo de formar programadores, sino de brindar a los estudiantes herramientas para comprender, analizar y resolver problemas de manera lógica y creativa. La programación se convierte así en una nueva forma de alfabetización que prepara a los chicos y chicas para actuar con autonomía en un entorno digital que cambia todo el tiempo.
El pensamiento computacional no es exclusivo del área de informática. Está presente cuando se resuelve un problema paso a paso, cuando se organiza información, cuando se construyen soluciones reutilizables, cuando se identifican patrones. Esto lo vuelve transversal, aplicable en matemáticas, en ciencias, en arte e incluso en proyectos interdisciplinarios. Enseñar a pensar como un programador es, en el fondo, enseñar a pensar con claridad.
Incorporar estas competencias no implica necesariamente enseñar lenguajes complejos o programar aplicaciones sofisticadas. Puede comenzar con actividades simples como ordenar instrucciones, crear algoritmos cotidianos o diseñar juegos en plataformas visuales como Scratch. Lo importante es que los estudiantes comprendan que detrás de cada herramienta digital hay decisiones humanas, estructuras lógicas y posibilidades infinitas de creación.
Además, trabajar estas habilidades permite desarrollar otras muy valoradas hoy: trabajo en equipo, constancia frente al error, atención al detalle, comunicación precisa y autonomía para buscar soluciones. Programar es equivocarse muchas veces hasta encontrar lo que funciona, y eso también enseña a tolerar la frustración y a buscar distintas estrategias.
Es fundamental que los docentes se sientan acompañados en este proceso. No hace falta ser especialista en tecnología para empezar a enseñar programación. Existen múltiples recursos gratuitos, comunidades educativas, capacitaciones y propuestas institucionales que permiten avanzar paso a paso y sin miedo. Lo más importante es animarse a abrir ese nuevo lenguaje en el aula.
La escuela del presente tiene el desafío de formar ciudadanos capaces de entender y transformar el mundo en que viven. Introducir la programación y el pensamiento computacional en el aula es una apuesta por ese futuro. Uno en el que los estudiantes no solo consumen tecnología, sino que la comprenden, la cuestionan y la construyen.