Por: Maximiliano Catalisano
La brecha en competencias digitales entre estudiantes: qué revelan los niveles ICILS y cómo avanzar hacia una alfabetización digital sostenible
En las aulas contemporáneas conviven estudiantes que navegan con soltura en entornos digitales y otros que apenas pueden realizar tareas básicas con una computadora. Esta desigualdad silenciosa, que muchas veces pasa inadvertida, se vuelve evidente cuando se analizan evaluaciones internacionales como ICILS, donde queda claro que no todos los jóvenes cuentan con las mismas oportunidades para desarrollar competencias digitales sólidas. La buena noticia es que existen estrategias accesibles, sostenibles y de bajo costo que permiten mejorar la alfabetización digital sin exigir grandes inversiones. En esta nota exploraremos qué muestran los resultados de ICILS, por qué la brecha digital impacta directamente en los aprendizajes y cuáles son las soluciones que las escuelas pueden aplicar para ofrecer un entorno más justo y moderno a todos sus estudiantes.
Las pruebas ICILS (International Computer and Information Literacy Study) evalúan la capacidad de los estudiantes para usar computadoras, comprender información digital, resolver problemas en entornos tecnológicos y producir contenido utilizando herramientas digitales. Lejos de medir solo habilidades técnicas, este estudio examina competencias asociadas al pensamiento crítico, la gestión de información y la comunicación en formatos digitales. Los niveles de desempeño muestran grandes diferencias entre estudiantes de un mismo país y entre países de distintas regiones. Estas divergencias no siempre se explican por infraestructura, sino por factores como el acceso temprano a tecnología, el acompañamiento docente, el apoyo familiar y la continuidad en el uso de herramientas en el aula.
La brecha en competencias digitales no es un fenómeno nuevo, pero se profundizó con la aceleración tecnológica y, especialmente, durante el período de educación remota. Los estudiantes que contaban con dispositivos propios, conexión estable y adultos que podían orientar el uso de la tecnología lograron avanzar con mayor rapidez, mientras que otros quedaron rezagados por falta de recursos o de acompañamiento. En muchos casos, la escuela es el único espacio donde pueden acceder a computadoras, aprender a utilizarlas de forma segura y desarrollar competencias para el mundo laboral moderno. Por eso, reducir la brecha digital no es solo una cuestión de acceso, sino de oportunidades de aprendizaje distribuidas de manera equilibrada en el tiempo escolar.
Qué muestran los niveles ICILS
Los niveles que propone ICILS permiten comprender dónde están los principales desafíos. En los rangos más bajos se encuentran estudiantes que pueden realizar acciones simples como abrir un archivo o reconocer elementos básicos de una interfaz, pero que tienen dificultades para evaluar información o resolver problemas digitales. En los niveles medios se ubican quienes pueden combinar herramientas, navegar con autonomía y crear documentos sencillos. Los niveles más altos corresponden a estudiantes capaces de analizar información compleja, utilizar diversas fuentes, gestionar datos y producir contenido digital con propósito comunicacional o técnico.
Estos resultados no reflejan solo habilidades, sino modelos pedagógicos. En instituciones donde las tecnologías se utilizan de manera integrada, en proyectos reales y con orientaciones claras, los estudiantes suelen posicionarse en niveles superiores. En cambio, en escuelas donde el uso de dispositivos es ocasional o mecánico, los avances son más lentos. La brecha, entonces, no es solo tecnológica: también es pedagógica y cultural.
Las diferencias en competencias digitales están asociadas a múltiples factores. Uno de los más relevantes es la formación docente. Cuando los educadores cuentan con seguridad técnica y propuestas didácticas actualizadas, la experiencia de los estudiantes mejora significativamente. Esto no requiere inversiones elevadas; muchos programas de actualización se basan en capacitaciones breves, tutorías entre docentes o el uso de recursos abiertos. Otra variable es la continuidad del uso tecnológico en distintas materias, ya que no alcanza con concentrarlo únicamente en informática: las competencias digitales deben atravesar todas las áreas del currículo.
La brecha también se vincula con el entorno familiar. Los estudiantes cuyas familias utilizan tecnología de manera cotidiana suelen avanzar con mayor rapidez, mientras que aquellos con menos contacto digital requieren un acompañamiento más cercano en la escuela. Por eso, las instituciones que han logrado mejores resultados suelen ofrecer espacios de orientación para familias, guías sencillas sobre cuidado digital o actividades donde los estudiantes enseñan a sus adultos referentes, generando una dinámica colaborativa de aprendizaje.
Soluciones accesibles para una alfabetización digital sostenible
Cerrar la brecha digital no implica necesariamente adquirir grandes equipamientos; implica tomar decisiones estratégicas que maximicen los recursos disponibles. Una de las prácticas más efectivas es la rotación de dispositivos, que permite que grupos pequeños trabajen con computadoras mientras otros realizan actividades complementarias. Esta organización genera tiempo de práctica real sin exigir más equipamiento del necesario.
Otra estrategia consiste en usar software libre y herramientas digitales gratuitas. Existen plataformas para edición de texto, diseño, programación, gestión de proyectos y creación multimedia que no requieren licencias costosas y ofrecen un entorno robusto para las aulas. Muchas escuelas han logrado sostener la alfabetización digital integrando estas herramientas en proyectos interdisciplinarios que combinan investigación, producción y presentación de resultados.
La generación de “micro momentos digitales” también ha demostrado resultados positivos. Se trata de breves instancias dentro de la clase donde los estudiantes resuelven una tarea digital específica, como verificar la confiabilidad de una fuente, mejorar un texto con herramientas de edición o crear una gráfica simple. Estos momentos permiten consolidar habilidades de manera gradual y sin sobrecargar la planificación docente.
Las tutorías entre pares son otra solución de bajo costo. Los estudiantes con mayor dominio digital pueden acompañar a sus compañeros en tareas específicas, lo que fortalece el aprendizaje colaborativo y refuerza la confianza de quienes enfrentan mayores dificultades. Este modelo fomenta la autonomía, mejora la convivencia escolar y favorece la construcción de habilidades transversales.
En el plano institucional, muchas escuelas han encontrado soluciones creativas para mejorar el acceso a tecnología: convenios con empresas locales, reutilización de equipos en desuso, reparación de dispositivos junto con los estudiantes o creación de laboratorios móviles con carritos de carga compartidos. Estas iniciativas, además de ser económicas, fortalecen el sentido de pertenencia y permiten que la comunidad educativa participe en el desarrollo tecnológico de la escuela.
La alfabetización digital también requiere un abordaje ético. No basta con enseñar a usar dispositivos; es necesario que los estudiantes comprendan la importancia de la privacidad, el uso responsable de datos, la comunicación respetuosa en entornos digitales y la identificación de información falsa. Estos contenidos son esenciales para su vida académica y profesional, y pueden abordarse mediante debates, análisis de casos y actividades breves sin necesidad de recursos adicionales.
Finalmente, la sostenibilidad de las acciones depende de la planificación institucional. Documentar prácticas, establecer acuerdos pedagógicos y generar continuidad entre ciclos y áreas permite que los avances no dependan exclusivamente de iniciativas aisladas. Una escuela que integra la alfabetización digital en su proyecto educativo construye un camino más estable y equitativo para todos sus estudiantes.
En síntesis, la brecha en competencias digitales no es un destino inevitable. Comprender los niveles ICILS permite identificar con precisión dónde están las dificultades y planificar estrategias accesibles que mejoren las oportunidades de aprendizaje. Con creatividad, organización y compromiso pedagógico, es posible construir una alfabetización digital sostenible que prepare a los estudiantes para un futuro cada vez más tecnológico.
