Por: Maximiliano Catalisano
Cuando llegan las vacaciones, muchas personas sienten que al fin podrán descansar de la rutina, pero no siempre es tan simple como parece. Los docentes, directivos y familias que acompañan la vida escolar suelen arrastrar el cansancio acumulado y el hábito de estar pendientes de todo, incluso cuando ya no hay clases. Los mensajes pendientes, los temas que quedaron por resolver, las ideas de proyectos para el regreso y la preocupación por lo que vendrá muchas veces se instalan en la mente, quitando espacio al descanso real. Las vacaciones pueden convertirse en una oportunidad para recuperar el bienestar emocional, siempre que se logre desconectar de la escuela, de las presiones y de las exigencias que quedan dando vueltas, aunque el ciclo lectivo esté en pausa. Para que este descanso sea verdadero, es necesario tomar decisiones conscientes que permitan soltar, frenar y reconectar con lo que hace bien, sin sentir culpa ni obligaciones que quitan energía.
Descansar no es solo dormir más horas, sino permitir que la mente se relaje de las tensiones diarias, que los pensamientos constantes se calmen y que el cuerpo recupere su ritmo natural. Muchas veces, el cansancio que se siente no es solo físico, sino también mental y emocional, producto de sostener cada día múltiples responsabilidades, atender conflictos, preparar clases y acompañar a estudiantes que necesitan atención constante. Durante las vacaciones, es importante darse permiso para soltar esas preocupaciones por unos días, entendiendo que el descanso es parte del cuidado personal y que, al regresar, las energías renovadas permitirán enfrentar los desafíos de manera más clara y tranquila.
Para lograr desconectar de la escuela durante las vacaciones, se puede comenzar estableciendo un límite con las comunicaciones escolares. Muchas veces, el celular se convierte en una extensión del trabajo, con mensajes que llegan a toda hora. Decidir silenciar grupos de trabajo, establecer horarios de lectura de correos o incluso tomar unos días sin revisar mensajes puede ser una forma de cuidar la mente y reducir la ansiedad. Informar a quienes corresponda que se tomará un descanso digital durante algunos días puede ayudar a sostener esta decisión sin culpa.
Aprovechar las vacaciones para realizar actividades que generen disfrute es otro paso importante para el bienestar emocional. No se trata de llenar cada día de actividades, sino de encontrar pequeños momentos que generen alegría y calma. Leer un libro por placer, caminar al aire libre, compartir un café con amigos, mirar una serie con calma o disfrutar de un desayuno sin apuro son gestos que aportan bienestar. Estos espacios ayudan a reconectar con uno mismo y a descubrir intereses personales que muchas veces quedan postergados durante el año escolar.
Permitirse el descanso también implica aceptar que no todo se resolverá durante las vacaciones. Muchas personas sienten la necesidad de aprovechar el receso para adelantar planificaciones, organizar materiales o dejar listas actividades para el regreso. Si bien es válido querer organizarse, es importante no convertir las vacaciones en una extensión del trabajo. Se puede destinar un momento específico para estas tareas si se desea, pero evitando que ocupen toda la mente y el tiempo de descanso.
El contacto con la naturaleza es una herramienta poderosa para recuperar la calma emocional. Estar al aire libre, disfrutar del sol de invierno, caminar por un parque o simplemente sentarse a observar el entorno ayuda a bajar el nivel de estrés y a oxigenar la mente. Estos momentos invitan a conectarse con el presente y a recuperar la serenidad necesaria para continuar con el trabajo docente o familiar de forma saludable.
Cuidar el bienestar emocional durante las vacaciones también implica reconocer las emociones que aparecen. Es normal sentir cansancio, tristeza por situaciones vividas o incluso temor por lo que vendrá en el regreso. Poder hablar de estas emociones con personas de confianza, escribir en un cuaderno lo que se siente o buscar espacios de calma para reflexionar ayuda a procesar estas sensaciones de forma saludable. Las vacaciones pueden ser un momento para mirar hacia adentro y reconocer lo que se necesita para seguir adelante con más calma y claridad.
Compartir tiempo con personas queridas es otra clave para recargar energías emocionales. Las charlas sin apuro, las risas compartidas y las actividades sencillas con quienes brindan apoyo generan momentos de calidez que fortalecen el ánimo. Estos encuentros permiten reconectar con la parte más humana de cada uno, lejos de las exigencias y de las preocupaciones que suelen ocupar gran parte del año.
Las vacaciones no son un premio ni un lujo, son un derecho y una necesidad. Cuidar el bienestar emocional en este tiempo permite no solo descansar, sino también reconectar con lo que le da sentido a la tarea educativa y a la vida personal. Al regresar a la escuela, quienes lograron desconectar, aunque sea por momentos, suelen volver con una mirada más tranquila, con la energía más clara y con la disposición de continuar acompañando a sus estudiantes y a sus familias de forma más humana.
Por eso, estas vacaciones pueden ser la oportunidad de hacer una pausa real, de apagar el piloto automático y de elegir, con conciencia, espacios y actividades que llenen de calma, de alegría y de conexión personal cada día de descanso.