Por: Maximiliano Catalisano

Cerrar el mes mirando hacia atrás puede ser una de las decisiones más enriquecedoras de tu carrera docente. No hace falta que sea un ejercicio largo ni complejo: un balance mensual es simplemente una pausa que te permite revisar, entender y redirigir tus pasos. Puede ayudarte a reconocer tus avances, ordenar tus pendientes y animarte a ajustar lo que no está funcionando. Y lo más importante: te devuelve claridad para seguir adelante con intención y calma.

Este tipo de balance no debe vivirse como una evaluación rígida ni como una autoexigencia desmedida. Piénsalo más bien como una charla sincera con vos mismo. ¿Qué lograste este mes que te hizo sentir bien? ¿Qué actividad salió mejor de lo que esperabas? ¿Qué fue lo que más te costó? Hacerte estas preguntas te permite reconocer tu propio ritmo y valorar el proceso, no solo los resultados.

También es una oportunidad para conectar con tus objetivos. Muchas veces empezamos el año con metas claras, pero con el correr de las semanas se van diluyendo entre urgencias. Revisar mes a mes te da la chance de retomar ese rumbo sin frustrarte. Podés preguntarte: ¿esta planificación me sigue sirviendo?, ¿hay algo que debería reacomodar para no sentirme tan saturado?, ¿qué necesito incorporar para sentirme mejor preparado o con más energía?

Además, el balance mensual puede ser una herramienta muy útil para visibilizar tu recorrido. Si lo llevás por escrito —en un cuaderno, planner o en notas digitales— vas construyendo un registro de experiencias y aprendizajes que puede ser muy valioso más adelante. Sirve como base para tu portfolio profesional, informes, y también como material de reflexión personal.

Lo importante es que este momento no se transforme en una carga más. Dedicá 20 o 30 minutos, buscá un espacio tranquilo, y escribí sin filtro. Podés cerrar con una intención para el mes siguiente: algo que quieras sostener, mejorar o probar. A veces, con solo una acción concreta, todo se reorganiza. La constancia en este hábito puede marcar una gran diferencia en cómo vivís tu tarea docente, ayudándote a sentirte más presente, más conectado con tus decisiones y menos atrapado en la rutina.

Hacer un balance mensual no es una moda ni una tarea más en la agenda: es una herramienta que acompaña tu desarrollo personal y profesional, y que te invita a crecer desde un lugar consciente y posible.