Por: Marta Bonserio

Cada escuela tiene su identidad, sus desafíos y sus objetivos educativos. Evaluar cómo se desarrollan los procesos de enseñanza y aprendizaje dentro de la institución no es una tarea externa ni aislada, sino una construcción colectiva que permite comprender qué funciona, qué aspectos pueden fortalecerse y qué estrategias requieren ajustes.

El proyecto institucional de evaluación es una herramienta fundamental para orientar el crecimiento de la comunidad educativa. No se trata de una instancia de control o de rendición de cuentas, sino de un proceso reflexivo y participativo en el que docentes, directivos y otros actores de la escuela acuerdan cómo evaluar, qué evaluar y con qué criterios. Al ser un proceso dinámico, requiere revisiones periódicas para adaptarse a los cambios y necesidades de cada ciclo lectivo.

La evaluación institucional no se limita a los resultados académicos de los estudiantes, sino que permite revisar metodologías, dinámicas de enseñanza, materiales utilizados y el impacto de las estrategias implementadas. Para que este proceso tenga sentido y sea enriquecedor, es fundamental que la escuela defina sus propios criterios de evaluación, considerando su realidad, sus objetivos y las necesidades de su comunidad educativa. Además, es importante que los docentes que se incorporan a la institución conozcan esta herramienta y se apropien de ella, para integrarla en su práctica desde el inicio.

Construcción del proyecto de evaluación: acuerdos y estrategias

Diseñar un proyecto institucional de evaluación requiere establecer consensos sobre el sentido de la evaluación dentro de la escuela. Es necesario responder preguntas como:

• ¿Qué entendemos por evaluación en nuestra institución?

• ¿Para qué evaluamos?

• ¿Qué aspectos del proceso de enseñanza y aprendizaje queremos analizar?

• ¿Qué criterios vamos a utilizar?

• ¿Qué instrumentos nos permitirán recopilar información valiosa?

La recopilación y el análisis de información pueden realizarse a través de diversas estrategias como la observación en el aula, encuestas a docentes y estudiantes, reuniones de equipo, análisis de producciones estudiantiles y registros de seguimiento pedagógico. Lo importante es que estos instrumentos sean diseñados desde la propia escuela, en función de su contexto y sus objetivos.

Este proceso no se agota en una única instancia, sino que se revisa y ajusta de manera continua. La retroalimentación entre docentes y directivos permite mejorar la evaluación institucional y garantizar que siga siendo pertinente y útil para la comunidad educativa.

Evaluar para transformar

Una evaluación institucional sostenida en el tiempo permite a la escuela adaptarse a los cambios y mejorar continuamente sus prácticas. Reflexionar sobre lo que ocurre dentro del aula y en la dinámica escolar es el primer paso para fortalecer la enseñanza y garantizar mejores aprendizajes.

Evaluar no es calificar, sino comprender y mejorar. Cuando la evaluación es un compromiso compartido dentro de la institución, se convierte en una herramienta poderosa que crece y se enriquece con cada revisión, permitiendo que se ajuste a la realidad de la escuela y acompañe su evolución.

Aprendé cómo elaborar y revisar el Proyecto Educativo Institucional: https://mbconsultoraeducativa.com/index.php/taller-de-elaboracion-y-revision-del-proyecto-educativo-institucional/