Por: Maximiliano Catalisano

Vivimos en un tiempo en el que la información circula con una velocidad que pocos imaginaban. Los formatos cambian, los dispositivos se renuevan y las formas de comunicarnos se transforman día a día. Sin embargo, en medio de este torbellino tecnológico, surge una pregunta que no podemos dejar de hacer: ¿Estamos realmente preparados para comprender, interpretar y producir mensajes en este nuevo escenario? Las alfabetizaciones tradicionales ya no alcanzan. Hoy, leer y escribir implica mucho más que dominar letras y textos. Implica navegar, seleccionar, analizar, crear y cuestionar. Esta nota propone adentrarse en esas nuevas alfabetizaciones que exigen los tiempos actuales y que resultan imprescindibles para que los estudiantes puedan desenvolverse con seguridad en un mundo digital que no deja de expandirse.

La lectura digital como puerta de acceso al conocimiento

La lectura ya no ocurre únicamente en libros impresos. Hoy sucede en pantallas, en formatos breves, en hipervínculos, en imágenes interactivas y en plataformas variadas. Quien aprende a leer en el mundo digital no solo decodifica palabras: interpreta interfaces, reconoce señales visuales, identifica intenciones y navega por estructuras no lineales. La lectura digital exige que el estudiante tome decisiones a cada paso: abrir o no un enlace, verificar la confiabilidad de un sitio, interpretar gráficos, comparar información o distinguir contenido generado por personas de contenido automatizado. Estas habilidades no aparecen de manera natural; requieren acompañamiento y práctica.

La necesidad de escribir en múltiples formatos


La escritura digital también ha cambiado. Ya no se escribe únicamente en cuadernos o documentos extensos. Los jóvenes producen textos en chats, redes sociales, blogs, plataformas colaborativas y entornos de aprendizaje en línea. Cada uno de esos espacios tiene sus propias reglas de interacción, su tono, su ritmo y su propósito. Desarrollar nuevas alfabetizaciones implica enseñar a escribir para distintos contextos: un mensaje corto que genera conversación, un comentario respetuoso dentro de un foro, un texto más elaborado que solicita análisis, una presentación visual que combina imágenes y palabras. Quien domina estos lenguajes puede participar activamente en la cultura digital.

Interpretar imágenes, infografías y videos


El mundo digital está construido sobre imágenes. Las fotografías, ilustraciones, memes, videos breves, tutoriales o infografías se convirtieron en formas habituales de comunicar información. Esto significa que los estudiantes necesitan aprender a “leer” imágenes con la misma profundidad con la que se leen palabras. Deben ser capaces de identificar qué elementos visuales buscan influir en su percepción, qué información se omite, qué símbolos se usan para dirigir la atención y qué emociones intenta despertar un contenido. La alfabetización visual es una herramienta clave para no quedar atrapados en mensajes que apelan más a la reacción inmediata que a la reflexión.

La alfabetización informacional como defensa ante la desinformación


Uno de los desafíos más grandes del mundo digital es la cantidad de noticias falsas, rumores y contenidos manipulados que circulan sin control. Las nuevas alfabetizaciones deben ofrecer estrategias para que los estudiantes puedan identificar la fiabilidad de una fuente, verificar autores, comparar versiones de un mismo hecho y reconocer cuando un mensaje intenta influir en sus emociones más que en su razonamiento. La alfabetización informacional ayuda a construir una mirada más atenta, capaz de distinguir entre información útil y contenido engañoso. En tiempos de sobreabundancia, saber filtrar es tan importante como saber leer.

La participación digital como herramienta de ciudadanía


Los jóvenes no solo consumen información, también la producen y la comparten. Ser parte del mundo digital implica participar en debates, comentar publicaciones, crear contenido, tomar posición sobre temas sociales y construir comunidades. Esta participación requiere responsabilidad y conciencia. Los estudiantes necesitan comprender que cada mensaje que publican deja una huella, que las palabras pueden impactar en otros y que la comunicación digital exige respeto, sensibilidad y cuidado. La alfabetización digital, en este sentido, es también una forma de aprender a convivir en entornos donde las opiniones se cruzan con facilidad y donde las discusiones pueden escalar sin medida.

Creatividad y producción colaborativa en entornos digitales


La escuela tiene la oportunidad de convertir los recursos digitales en herramientas creativas. Las plataformas colaborativas permiten que los estudiantes escriban, editen, diseñen y construyan proyectos juntos, incluso a distancia. Las nuevas alfabetizaciones deben incluir el aprendizaje de estas formas de producción colectiva que son habituales en el ámbito laboral y social actual. La creatividad digital no se reduce a usar herramientas; implica comprender cómo organizar ideas, cómo distribuir tareas, cómo integrar aportes diversos y cómo producir contenido significativo en equipo.

Pensamiento crítico como base de todas las alfabetizaciones


Sin pensamiento crítico, las nuevas alfabetizaciones quedan incompletas. En un entorno repleto de voces, algoritmos y estímulos, la habilidad más valiosa es la capacidad de analizar la intención de un mensaje, reconocer puntos de vista, detectar inconsistencias y construir una interpretación propia. Las alfabetizaciones digitales deben formar estudiantes que no acepten la información de manera automática, sino que se pregunten por qué aparece en su pantalla, qué intereses puede representar y qué lugar ocupan ellos dentro de ese flujo constante de contenidos.

La escuela como espacio de aprendizaje digital significativo


Transformar las prácticas escolares para incluir nuevas alfabetizaciones no implica abandonar lo tradicional, sino ampliarlo. Leer literatura, escribir textos formales y estudiar contenidos curriculares sigue siendo necesario, pero debe complementarse con prácticas digitales actuales. La escuela puede convertirse en un laboratorio donde los estudiantes experimenten con distintos formatos, aprendan a evaluar información en tiempo real, prueben herramientas digitales y desarrollen habilidades que les permitan moverse con seguridad en la cultura contemporánea. El objetivo es formar lectores y productores capaces de habitar un mundo que se reinventa todos los días.

Las nuevas alfabetizaciones para un mundo digital son mucho más que un conjunto de habilidades técnicas. Son una forma de comprender la realidad, de comunicarse, de crear, de investigar y de participar en la sociedad. Preparar a los estudiantes para este escenario implica acompañarlos a mirar más allá de la superficie, a conocer los mecanismos del entorno digital y a construir una voz propia en medio del ruido informativo. En un mundo donde la tecnología avanza sin pausa, aprender estas alfabetizaciones es una manera de garantizar que cada persona pueda desenvolverse con autonomía, sensibilidad y responsabilidad. La lectura, la escritura y la reflexión siguen siendo los pilares, pero ahora se amplían para dialogar con imágenes, videos, plataformas y algoritmos que forman parte de la experiencia diaria.