Por: María Gabriela Müller
Todos sabemos que la información es un insumo valiosísimo en nuestras escuelas. Según Parker Boudett y Murnane en un artículo referido a evaluación, el “ uso sabio de los datos” implica un proceso cíclico en el cual “las escuelas se preparan para el trabajo, estableciendo las bases para aprender de los resultados de la evaluación”(…) luego indagan – buscan patrones en los resultados – y subsecuentemente actúan en base a lo aprendido, diseñando e implementando mejoras instruccionales.” Posteriormente se vuelve al ciclo de preparación , indagación y acciones para la mejora, una y otra vez.En este proceso cíclico pueden diferenciarse 8 “pasos” ,tal como los menciona el artículo;aquí vamos a explicarlos en forma más general:
1) Preparar el trabajo en equipo.
2)Conceptualizar la tarea.
3)Crear una visión general de los resultados ( a través de gráficos, informes,etc).
4)Profundizar la mirada sobre cada resultado.
5)Examinar críticamente las prácticas habituales.
6)Desarrollar un plan de acción o intervención.
7)Planificar la evaluación de los cambios necesarios.
8)Actuar y evaluar.
Si bien no es novedad que en las instituciones educativas se genera una gran cantidad de información a través de registros, boletines, evaluaciones, fichas e informes, muchas veces estos datos no son analizados de manera estratégica. La gestión adecuada de la información permite tomar decisiones basadas en evidencia y mejorar la calidad educativa. Con hábitos simples y sistemáticos como los 8 pasos anteriores, se puede incorporar el uso de datos en la planificación y evaluación de la enseñanza.
El uso de información en la gestión educativa permite conocer el estado real del aprendizaje y las trayectorias escolares de las y los estudiantes más allá de las percepciones subjetivas. Los datos ayudan a confirmar o refutar intuiciones y comprender mejor la realidad institucional. No solo describen la situación actual, sino que también ayudan a comprender las causas de los problemas y sus posibles soluciones. Por ejemplo, al analizar la asistencia de los estudiantes, se pueden identificar patrones de inasistencia y ver cómo influyen en el rendimiento académico. Asimismo, permiten evaluar el impacto de las estrategias pedagógicas y determinar qué prácticas favorecen mejores resultados.
Entonces, recabamos datos, reformulamos…¿y ya está?
Obviamente, la respuesta es no: Para que la información sea útil y se convierta efectivamente en conocimiento es necesario integrarla en la cultura institucional. Esto implica establecer sistemas de indicadores, definir tiempos para su análisis y utilizarlos en reuniones y conversaciones cotidianas. También es necesario fomentar una actitud abierta al uso de datos, evitando que sean percibidos como herramientas de control, sino como instrumentos para el crecimiento y la mejora.
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