Por: Maximiliano Catalisano
Si hay algo que entusiasma a los estudiantes es poder ver lo que aprendieron, no solo al final del ciclo lectivo, sino durante todo el proceso. En ese camino, el portafolio digital se convierte en una herramienta poderosa: no solo permite guardar evidencias del trabajo, sino también reflexionar sobre lo hecho, organizar ideas y valorar lo aprendido. Y lo mejor es que es fácil de implementar con recursos gratuitos y accesibles para cualquier docente.
A diferencia de una carpeta de tareas o de una plataforma de entrega puntual, el portafolio propone una mirada más completa. Allí se puede guardar una producción escrita, una grabación de audio, una presentación, un esquema, un resumen o incluso una foto del cuaderno. Todo sirve cuando lo importante es mostrar cómo el alumno va construyendo sentido. Esto es especialmente valioso cuando se quiere conocer más que un resultado final. Permite ver avances, cambios, mejoras, dudas, errores y logros personales.
Plataformas como Google Drive, Padlet, Canva, Geniallyo incluso un blog pueden funcionar como espacios de portafolio. Cada estudiante puede personalizar su entorno, ordenar los archivos por temas o fechas, agregar descripciones y registrar sus propias opiniones sobre el trabajo. Así, no solo se evidencia el contenido trabajado, sino también habilidades como la organización, la toma de decisiones, la comunicación escrita y visual, y la autonomía.
El portafolio también es útil para reuniones con las familias, procesos de autoevaluación, informes pedagógicos o simplemente como archivo institucional. Cuando está bien planteado desde el comienzo, con criterios claros, fechas de carga y consignas abiertas, se transforma en un aliado que potencia la enseñanza sin agregar carga administrativa innecesaria.
Además, trabajar con portafolios digitales puede ser una gran oportunidad para desarrollar habilidades digitales básicas. Guardar un archivo, nombrarlo bien, compartir un enlace, organizar carpetas o grabar un audio breve son acciones simples que muchos estudiantes pueden aprender mientras muestran lo que saben de matemática, ciencias o lengua.
Lo más importante es que el portafolio invita a pensar el aprendizaje como un proceso. Y eso, en el aula de hoy, marca la diferencia.