Por: Maximiliano Catalisano

Si sos parte del equipo directivo de una escuela, sabés que la organización es tu gran aliada para atravesar el ciclo lectivo con claridad. Una herramienta clave, muchas veces subestimada, es la carpeta de conducción. No se trata solo de papeles: hablamos de un sistema de registro que ordena el día a día, que guarda decisiones importantes, que permite anticiparse y tener a mano todo lo que puede necesitarse en una reunión, una visita de supervisión o un momento imprevisto. Tener una carpeta de conducción completa no solo ayuda a que todo funcione mejor, sino que también transmite seguridad al equipo.

En la carpeta no puede faltar un apartado con el proyecto educativo institucional actualizado. Es fundamental contar con una copia accesible que permita revisar metas, fundamentos y acuerdos pedagógicos. A esto se le suman los proyectos anuales, tanto los institucionales como los específicos de áreas: desde convivencia escolar hasta educación ambiental, pasando por propuestas transversales.

Otro componente importante son los calendarios. Tener uno general con todas las fechas clave del año, reuniones, actos escolares, jornadas institucionales y cierres administrativos es una base sólida para planificar. También es útil incorporar planillas de seguimiento de asistencia docente, licencias, reemplazos y situaciones particulares que requieran seguimiento.

La carpeta de conducción también debe incluir actas de reuniones: tanto las del equipo directivo como las que involucran a docentes, personal auxiliar o familias. Registrar acuerdos, inquietudes y temas pendientes brinda continuidad al trabajo y permite tomar mejores decisiones.

Por último, vale sumar un apartado destinado al acompañamiento pedagógico: observaciones de clases, entrevistas con docentes, acuerdos didácticos o planes de mejora. Todo esto en un mismo lugar permite visualizar el rumbo que se va construyendo en la escuela.

Hoy, muchas escuelas combinan carpeta física con archivos digitales. Lo importante es que sea accesible, esté actualizada y refleje la vida institucional. Una carpeta de conducción bien pensada no se llena de papeles sin sentido. Al contrario: se transforma en una herramienta concreta para sostener, ordenar y mejorar el trabajo cotidiano.