Por: Maximiliano Catalisano

Elegir una orientación en la escuela secundaria, decidir qué estudiar después o definir un camino profesional puede generar dudas y ansiedad en los adolescentes. En un mundo donde las opciones son cada vez más amplias y los cambios constantes, acompañarlos en este proceso es clave para que tomen decisiones con mayor seguridad y confianza. Más que imponerles una elección, el desafío está en guiarlos para que descubran sus intereses, habilidades y posibilidades.

Cada adolescente tiene un ritmo y un proceso diferente para decidir. Mientras algunos tienen claridad sobre lo que quieren hacer, otros necesitan más tiempo para explorar opciones. Escuchar sus inquietudes, validar sus emociones y ayudarles a investigar alternativas sin presión permite que vayan construyendo su propio camino.

El autoconocimiento es un punto de partida fundamental. Reflexionar sobre qué materias disfrutan, qué actividades les resultan motivadoras o en qué contextos se sienten más cómodos ayuda a reconocer fortalezas y preferencias. También es útil acercarlos a experiencias concretas, como charlas con profesionales, visitas a universidades o participación en proyectos que les permitan explorar distintas áreas.

Acompañar no significa decidir por ellos, sino dar herramientas para que puedan evaluar opciones. Comparar planes de estudio, conocer el campo laboral de distintas profesiones y analizar qué les gusta más puede hacer que la elección sea más clara. En este proceso, es importante evitar transmitir miedos o expectativas personales que puedan generar presión.

Las decisiones académicas no son definitivas ni inamovibles. Cambiar de opinión o ajustar el rumbo es parte del aprendizaje. Brindarles un entorno de confianza donde se sientan apoyados, sin miedo a equivocarse, les permitirá tomar decisiones con mayor seguridad y desarrollar la autonomía necesaria para afrontar su futuro.