Por: Maximiliano Catalisano
Decidir cuándo permitir que nuestros hijos tengan acceso a un celular es una de las preguntas más comunes y complejas en la crianza actual. En un mundo donde la tecnología está cada vez más integrada a nuestra vida cotidiana, es crucial encontrar un equilibrio entre los beneficios que un dispositivo puede ofrecer y los posibles riesgos que implican un uso prematuro o inadecuado. La clave está en identificar la edad adecuada y, sobre todo, en definir el propósito que este aparato tendrá en su día a día.
No existe una edad universal para introducir el celular en la vida de un niño, ya que esto depende de varios factores, como su nivel de madurez, las necesidades familiares y el contexto social en el que se encuentra. Sin embargo, muchos expertos coinciden en que antes de los 12 años el uso debería ser limitado y siempre supervisado. Durante la infancia, las habilidades sociales y la creatividad se desarrollan mejor a través del juego y la interacción directa, por lo que un acceso temprano a dispositivos puede interferir en estos procesos esenciales.
El propósito de permitir el uso del celular también debe ser claro. Si el objetivo principal es garantizar la comunicación en casos de emergencia, un dispositivo básico sin acceso a redes sociales puede ser una opción adecuada. Sin embargo, si el celular será utilizado con fines educativos o recreativos, es fundamental establecer límites claros, horarios específicos y supervisar el contenido al que acceden. De esta forma, el celular se convierte en una herramienta útil y no en un distractor.
Además, la introducción del celular debe ir acompañada de una educación digital adecuada. Enseñarles a los niños sobre seguridad en línea, respeto por los demás y el uso responsable de las redes sociales es tan importante como decidir la edad en la que tendrán acceso al dispositivo. Crear un entorno de confianza donde los hijos se sientan cómodos compartiendo sus experiencias digitales con los padres es una estrategia que fortalece la supervisión sin invadir su privacidad.
También es esencial modelar un buen uso del celular como adultos. Los niños suelen imitar las conductas que observan, por lo que muestran hábitos saludables, como limitar el tiempo frente a la pantalla y priorizar la interacción cara a cara, les dará un ejemplo positivo a seguir.
Finalmente, el uso del celular debe integrarse progresivamente y ajustarse según la edad y las necesidades del niño. Un acceso gradual y guiado les permitirá adaptarse a la tecnología de manera responsable, mientras desarrolla las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos que implica el mundo digital.