Por: Maximiliano Catalisano
La escuela es un espacio donde las horas pasan rápido entre actividades, clases, cuadernos y recreos. Sin embargo, el cuerpo y la mente necesitan momentos de respiro para seguir aprendiendo, compartiendo y disfrutando de cada jornada. Las pausas activas se convierten en aliadas de estudiantes y docentes porque permiten frenar unos minutos para moverse, respirar, estirarse y volver a concentrarse con más calma y energía. Implementar pausas activas en la jornada escolar no requiere grandes recursos ni interrumpe el aprendizaje, sino que lo potencia, ya que ayuda a mantener la atención y mejora el bienestar de quienes transitan cada día el aula.
Las pausas activas son pequeños momentos durante el día escolar en los que se interrumpe la actividad para realizar movimientos suaves, estiramientos, respiraciones o juegos cortos. Estas pausas pueden durar entre tres y cinco minutos y se pueden adaptar según la edad de los estudiantes y las características de cada grupo.
Una forma de iniciar las pausas activas en la escuela es a través de ejercicios de respiración. Pedir a los estudiantes que se sienten cómodos, cierren los ojos si lo desean y respiren de forma consciente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca, les ayuda a relajar tensiones y recuperar la calma antes de continuar con la clase.
Los estiramientos suaves también son una opción simple para realizar pausas activas. Pueden incluir movimientos de cuello, hombros y brazos, estiramiento de piernas y movimientos circulares de muñecas y tobillos. Estos ejercicios ayudan a aliviar tensiones físicas generadas por permanecer mucho tiempo sentados.
Los juegos breves que implican movimiento, como el “Simón dice”, estatuas musicales o pequeños desafíos de coordinación, generan un clima de diversión que ayuda a liberar energía y a recuperar el entusiasmo en el aula. Estos juegos, además de aportar movimiento, fortalecen el vínculo entre los estudiantes y con el docente.
Las pausas activas también pueden incluir ejercicios de automasaje en manos, cuello o cabeza, que contribuyen a reducir tensiones y a recuperar el foco de atención. Estas técnicas son útiles para momentos en que se necesita calmar la ansiedad o el cansancio en medio de la jornada escolar.
Integrar pausas activas en la rutina escolar no significa perder tiempo de clases, sino ganar bienestar y atención sostenida. Los estudiantes necesitan moverse para aprender mejor, y estas pausas cortas favorecen la circulación, la oxigenación y la conexión con el propio cuerpo, lo que impacta positivamente en la concentración.
Las pausas activas también pueden adaptarse a momentos previos a evaluaciones o actividades que requieren alta concentración. Realizar una pausa de respiración o de movimientos suaves antes de comenzar puede ayudar a calmar la ansiedad y a generar un clima de serenidad en el aula.
El docente puede planificar las pausas activas en momentos específicos de la jornada, como antes de iniciar una nueva materia, después de un recreo o tras un bloque de actividades que requiera atención prolongada. También se pueden realizar de forma espontánea cuando se detecta cansancio o dispersión en el grupo.
Fomentar que los estudiantes participen proponiendo ejercicios o juegos para las pausas activas es una manera de sumar compromiso y creatividad. Permitir que elijan entre varias opciones o que compartan propuestas genera entusiasmo y sentido de pertenencia.
Las pausas activas no requieren materiales específicos, pero se pueden utilizar canciones suaves, música rítmica o imágenes que guíen movimientos. Lo más importante es generar un ambiente de calma y disfrute que permita a los estudiantes conectarse con su cuerpo y con el momento presente.
Realizar pausas activas en la jornada escolar es una forma de cuidar el bienestar físico y emocional de estudiantes y docentes. Estos momentos permiten reconectar con la energía, bajar el nivel de tensión y continuar las actividades con mayor disposición y atención.
Implementar pausas activas es un recurso sencillo y valioso para mejorar el clima escolar y el aprendizaje. Es una invitación a cuidar el cuerpo y la mente en cada jornada, a permitir que el movimiento sea parte del aprendizaje y a generar espacios de calma que favorecen el disfrute de cada día en la escuela.