Por: Maximiliano Catalisano
La comunicación entre docentes y familias no se reduce a enviar un cuaderno de comunicaciones o a convocar reuniones obligatorias. Es la base para construir un clima de respeto, acompañamiento y confianza que impacta directamente en el recorrido escolar de los estudiantes. Cuando esta comunicación es clara, cercana y sostenida, se evita la desinformación, se fortalecen los acuerdos de convivencia y se acompaña mejor a cada estudiante. Por eso, saber cómo mejorar la comunicación entre docentes y familias se ha vuelto una necesidad concreta en las escuelas que buscan un trabajo diario ordenado y humano.
El primer paso para mejorar la comunicación es establecer canales claros y accesibles para las familias. Esto puede incluir el cuaderno de comunicaciones, correo institucional, grupos de mensajería, carteleras visibles en la escuela y reuniones periódicas. No es necesario usar todos al mismo tiempo, sino definir cuáles serán los prioritarios y sostenerlos de manera clara, para que las familias sepan dónde y cómo se informarán de las novedades.
La forma en la que se redactan los mensajes también es clave. Los comunicados deben ser claros, con un lenguaje cercano y respetuoso, indicando fechas, horarios y procedimientos de forma ordenada. Evitar palabras difíciles o frases extensas facilita que las familias comprendan la información y puedan responder en tiempo y forma.
Las reuniones con familias son espacios importantes para conversar sobre la trayectoria escolar de cada estudiante, compartir proyectos de la institución, dialogar sobre acuerdos de convivencia y escuchar inquietudes. Para que estas reuniones sean efectivas, es importante planificar previamente los temas a tratar, avisar con anticipación y respetar los tiempos de las familias.
Un punto importante es la escucha activa. No se trata solo de informar, sino de construir un diálogo donde las familias puedan expresar sus dudas, contar situaciones que puedan estar influyendo en el aprendizaje o compartir propuestas. Escuchar sin juzgar y con respeto fortalece el vínculo entre escuela y hogar.
Cuando se presentan situaciones de convivencia o de aprendizaje que requieren el acompañamiento de las familias, es importante comunicarse de forma personal, evitando el uso de comunicados impersonales para cuestiones delicadas. Llamar o invitar a la familia a una conversación en la escuela permite explicar la situación con calma y acordar estrategias conjuntas.
El uso de tecnologías puede facilitar la comunicación, siempre que se utilicen con cuidado. Las plataformas educativas permiten enviar recordatorios, compartir actividades, avisar sobre reuniones y mantener informadas a las familias sobre los avances de los estudiantes. Sin embargo, se debe establecer horarios y modos de uso para que no se conviertan en canales de comunicación fuera de control.
La comunicación entre docentes y familias también se puede fortalecer con pequeños gestos, como enviar fotos de proyectos realizados, compartir logros de los estudiantes o dar devoluciones positivas cuando algo se destaca en clase. Esto genera un clima de cercanía y motiva tanto a las familias como a los estudiantes.
Otro punto importante es garantizar que la información llegue a todas las familias, considerando aquellas que puedan tener dificultades de acceso a internet o que no puedan asistir a reuniones presenciales. Buscar alternativas como llamados telefónicos o notas impresas ayuda a incluir a todos en la vida escolar.
Cuando la comunicación es constante, no solo se evitan malos entendidos, sino que se crea un ambiente de colaboración. Los estudiantes perciben que familia y escuela trabajan en conjunto y se sienten acompañados en su aprendizaje y en su vida cotidiana dentro de la escuela.
Para que la comunicación funcione, es importante mantener una actitud de respeto, paciencia y claridad en cada mensaje. Los docentes no deben sentir que comunicarse con las familias es una carga, sino un paso necesario para facilitar su tarea y mejorar el aprendizaje de los estudiantes.
Si en la escuela se detecta que la comunicación con las familias está siendo escasa o generando conflictos, es recomendable reunirse como equipo docente y directivo para revisar los canales utilizados, mejorar la claridad de los mensajes y acordar estrategias para fortalecer este vínculo.
En síntesis, mejorar la comunicación entre docentes y familias requiere constancia, claridad y cercanía. No es una tarea extra, sino parte de la vida cotidiana de la escuela, que permite que cada estudiante sea acompañado de manera integral, construyendo juntos un camino de aprendizaje sostenido.