Por: Maximiliano Catalisano
No hay corrector automático que reemplace a un buen conocimiento de las reglas de acentuación. Saber escribir con claridad es una herramienta poderosa en cualquier etapa de la vida, y aunque parezca que las tildes son un detalle, pueden cambiar el sentido de una frase por completo. A veces olvidamos que una tilde puede marcar la diferencia entre una pregunta y una afirmación, entre una exclamación y una simple mención. Por eso, es momento de repasar las reglas más importantes de acentuación y, además, ponerlas en práctica con ejercicios sencillos que podés usar tanto si sos docente como estudiante.
En español, cada palabra tiene una sílaba que se pronuncia con mayor intensidad. Esa sílaba se llama sílaba tónica, y dependiendo de su ubicación, la palabra puede ser aguda, grave o esdrújula. Las reglas de acentuación nos indican cuándo estas palabras deben llevar tilde y cuándo no.
Las palabras agudas son las que tienen la sílaba tónica en la última sílaba. Llevan tilde si terminan en vocal, en «n» o en «s». Algunos ejemplos: canción, café, compás. En cambio, si terminan en cualquier otra consonante, no llevan tilde: reloj, pared, verdad.
Las palabras graves o llanas tienen la sílaba tónica en la penúltima sílaba. Llevan tilde solamente cuando no terminan en vocal, «n» o «s». Por ejemplo: árbol, lápiz, mármol. Si terminan en vocal, «n» o «s», no se acentúan: casa, lunes, canto.
Las esdrújulas y sobreesdrújulas siempre llevan tilde. No importa cómo terminen. Algunas palabras esdrújulas son teléfono, música, lógico. Las sobreesdrújulas, que aparecen más en el lenguaje formal o escrito, también siguen esta regla: rápidamente, cuéntamelo, dígaselo.
Un grupo especial lo forman los monosílabos. En general, no se acentúan. No escribimos “fe” con tilde ni “sol” ni “ti”. Pero existe algo llamado tilde diacrítica, que se utiliza para diferenciar palabras que se escriben igual, pero significan cosas distintas. Es el caso de “tú” (pronombre) y “tu” (posesivo), o “sí” (afirmación) y “si” (condicional). Estas pequeñas tildes ayudan a entender mejor el mensaje y evitar confusiones.
También existen las palabras interrogativas y exclamativas. Cuando aparecen en oraciones directas o indirectas, llevan tilde: ¿Qué hacés? No sé por qué no vino. ¡Cuánto te extrañé! Estas tildes se mantienen,aunque estén integradas en frases más largas, porque cumplen una función enfática.
Uno de los errores más comunes es acentuar mal los demostrativos como “este”, “ese”, “aquel”. Desde hace años, la Real Academia sugiere no tildarlos salvo en casos donde haya ambigüedad. Sin embargo, muchas personas siguen colocándoles tilde por costumbre, sobre todo al escribir. Por ejemplo, “Ése me gusta más” puede evitarse escribiendo “Ese auto me gusta más”.
Además, no podemos dejar de mencionar que algunas palabras cambian de categoría dependiendo de si llevan tilde o no. El clásico caso de “como” y “cómo”, o “el” y “él”. Estas pequeñas diferencias cambian completamente la interpretación de una frase. No es lo mismo “como puedo, estudio” que “cómo puedo estudiar”.
En la práctica docente, una buena idea es trabajar con oraciones incompletas, donde los alumnos tengan que decidir si la palabra lleva tilde o no. Otra opción es crear parejas de palabras con y sin tilde, para que identifiquen el significado correcto en cada contexto. Los ejercicios de producción escrita también ayudan a que internalicen estas reglas a través del uso real del idioma.
Aquí van algunas ideas para practicar:
1. Subrayá las palabras con tilde en un texto y clasificalas como agudas, graves o esdrújulas.
2. Completá oraciones con palabras homónimas que cambian por la tilde: (tú/tu, sí/si, él/el, más/mas, dé/de).
3. Transformá oraciones afirmativas en interrogativas y colocá correctamente las tildes.
4. Escribí un breve relato y revisalo buscando errores de acentuación.
5. Participá en juegos de palabras o aplicaciones que refuercen el uso correcto de las tildes.
La ortografía no es una imposición, es una herramienta que permite comunicarnos con precisión. Y las tildes son pequeñas marcas que pueden marcar grandes diferencias. Dominar las reglas de acentuación no solo mejora la escritura, también abre puertas para expresarnos con seguridad, claridad y estilo propio.
Es importante recordar que la práctica constante es la clave para mejorar. Por eso, cuanto más uses estas reglas al leer, escribir y revisar tus textos, más natural será incorporarlas. Las apps educativas, los juegos digitales y las plataformas interactivas también pueden ayudarte a convertir este aprendizaje en algo entretenido.
Acentuar bien no es un lujo, es una forma de respeto hacia quien nos lee y hacia lo que queremos comunicar. Las reglas están para ayudarte, no para atraparte. Y cuanto más las conozcas, más libre vas a escribir.