Por: Maximiliano Catalisano
Pocas cosas generan tanto debate en las escuelas como el uso del celular. Mientras algunos sostienen que debe estar completamente prohibido, otros apuestan por enseñar a usarlo con responsabilidad. La realidad es que el dispositivo llegó para quedarse, y más que evitarlo, la propuesta es pensar cómo integrarlo de forma consciente en la vida escolar. El verdadero desafío está en equilibrar los límites con la enseñanza de criterios que preparen a los estudiantes para usar la tecnología de forma autónoma y respetuosa.
Prohibir por completo el celular puede parecer una solución rápida, pero muchas veces termina siendo poco efectiva. Los alumnos encuentran formas de usarlo a escondidas, lo que genera una dinámica de vigilancia constante. Además, se pierde la posibilidad de enseñar en contexto. ¿Qué mejor momento para conversar sobre el impacto de las redes sociales, la privacidad o el tiempo de pantalla que cuando el celular está presente?
Educar en su uso, en cambio, implica reglas claras, espacios de diálogo y acuerdos colectivos. Significa enseñar a gestionar distracciones, a evitar la dependencia, a utilizar herramientas útiles para el aprendizaje, como traductores, aplicaciones de mapas conceptuales o plataformas de investigación. El celular también puede ser una vía de expresión creativa mediante videos, podcasts o fotografías que formen parte de un proyecto escolar.
El uso responsable no se construye con discursos aislados, sino con prácticas cotidianas. Cada actividad puede ser una oportunidad para aprender a respetar los tiempos del aula, a cuidar el bienestar digital y a usar la tecnología como una aliada. Incluir a las familias en esta tarea también suma: compartir criterios, reforzar acuerdos y acompañar el uso en casa permite un abordaje más coherente.
La escuela, lejos de aislarse del mundo digital, puede ser el lugar ideal para enseñar a navegarlo. Y eso no se logra desde la prohibición total, sino desde la construcción de una mirada crítica, reflexiva y práctica sobre el uso del celular. Porque aprender a usarlo bien es parte de aprender a vivir bien.