Por: Maximiliano Catalisano

Hay muchas formas de dirigir una escuela, pero todas tienen un marco común: la normativa educativa. A veces, en medio del ritmo vertiginoso de la tarea cotidiana, ese marco se deja de lado y se actúa por costumbre, experiencia o intuición. Sin embargo, conocer qué dice la normativa sobre las funciones del equipo directivo no es un detalle menor. Significa saber qué responsabilidades están asignadas, qué márgenes de acción existen, qué tareas deben cumplirse sí o sí y cómo se organiza la vida institucional en base a disposiciones oficiales. Esta nota propone repasar ese marco normativo desde una mirada concreta, orientada a quienes ejercen funciones de conducción o aspiran a hacerlo, para transformar las normas en herramientas que acompañen y ordenen el trabajo de cada día.

En primer lugar, es importante señalar que cada provincia en Argentina tiene su propio Estatuto del Docente y sus propias resoluciones que regulan la función directiva. Aunque hay puntos en común, también existen diferencias importantes en la distribución de tareas, formas de designación, tipos de cargos y niveles de autonomía. Por eso, toda persona que integra un equipo directivo debe conocer el marco legal específico de su jurisdicción y mantenerse actualizada con las modificaciones que puedan surgir a lo largo de los ciclos lectivos.

Aun con esas diferencias, existen responsabilidades generales que suelen estar presentes en la normativa de todo el país. La conducción de una institución implica tanto aspectos pedagógicos como organizativos. Esto incluye la planificación institucional, la supervisión de la tarea docente, la gestión de los recursos materiales y humanos, el cuidado del clima escolar, la vinculación con las familias y la representación de la escuela ante organismos oficiales. El director o directora, junto al equipo de vicedirectores, secretarios y jefes de preceptores donde corresponda, debe coordinar todos estos frentes de manera articulada.

Una de las funciones más destacadas es la planificación y conducción del Proyecto Educativo Institucional (PEI). Según la normativa, el equipo directivo no debe elaborarlo en soledad, sino junto con el resto del personal. Sin embargo, es su responsabilidad asegurar que dicho proyecto se lleve adelante, que tenga seguimiento y que sea revisado en función de los resultados y las necesidades de la comunidad educativa. El PEI es el documento que orienta las decisiones pedagógicas, organizativas y comunitarias de la escuela, y el equipo de conducción es quien lo impulsa y lo pone en movimiento.

Otro aspecto clave es el seguimiento de las trayectorias escolares. La normativa asigna al equipo directivo la responsabilidad de conocer la situación de los estudiantes, detectar dificultades, acompañar procesos de Re vinculación o permanencia y promover acciones de apoyo. Esto no implica reemplazar la tarea de los docentes ni de los equipos de orientación, sino coordinar las acciones necesarias para que nadie quede fuera del sistema. En muchos distritos, las resoluciones de asistencia, promoción y evaluación indican expresamente que deben implementarse bajo supervisión del equipo directivo.

En cuanto a la gestión administrativa, la normativa establece una serie de tareas específicas: firmar boletines, certificar documentación, validar actas, gestionar licencias del personal, organizar cronogramas, supervisar la carga en los sistemas digitales, atender requerimientos de inspección y coordinar el uso de los recursos. No se trata solo de papeles: estas acciones garantizan la regularidad institucional y permiten que la escuela funcione sin sobresaltos.

La normativa también reconoce el papel del equipo directivo en la construcción de la convivencia escolar. Esto incluye desde la aplicación del reglamento interno hasta la mediación de conflictos entre distintos actores. La normativa muchas veces establece que el equipo debe promover acciones preventivas, intervenir ante situaciones complejas y garantizar el respeto de los derechos de todos. En algunos casos, se indica que las intervenciones deben registrarse en informes, actas o registros internos, lo que también forma parte de sus obligaciones.

Además, se destaca el rol de representación institucional. El equipo directivo es el nexo entre la escuela y la supervisión, la dirección de nivel, otras instituciones, organizaciones sociales y el Estado. Es quien firma convenios, presenta informes, recibe notificaciones y debe responder por la marcha general de la escuela. Esta función está explícitamente definida en la normativa, y su incumplimiento puede generar observaciones o sanciones.

La normativa también define los procedimientos de actuación en situaciones especiales: emergencias, accidentes, denuncias, inspecciones, auditorías o intervenciones externas. En todos estos casos, el equipo directivo debe conocer qué pasos seguir, a quién informar y cómo resguardar a los involucrados. No es un tema menor: muchas veces la diferencia entre una buena y una mala intervención está en conocer bien el protocolo que corresponde.

Un punto que no siempre se visibiliza es la responsabilidad del equipo directivo en el acompañamiento al personal. La normativa establece que la conducción debe realizar observaciones de clases, entrevistas, sugerencias de capacitación, integración de docentes nuevos y seguimiento de prácticas institucionales. Todo esto requiere tiempo, mirada pedagógica y registro. No se trata de controlar, sino de acompañar desde el rol que le corresponde a la conducción.

Por último, la normativa marca límites. El equipo directivo tiene un conjunto de responsabilidades, pero no puede asumir tareas que corresponden a otros cargos. Tampoco puede modificar calendarios, reglamentos ni resoluciones por cuenta propia. Esta claridad es necesaria para evitar confusiones y preservar la institucionalidad escolar.

En síntesis, conocer la normativa que regula las funciones del equipo directivo no es un trámite burocrático, sino una herramienta de trabajo. Permite actuar con respaldo, evitar errores, sostener decisiones y ordenar la tarea diaria. Cada artículo, cada resolución, cada indicación escrita, lejos de ser un obstáculo, puede ser un aliado para construir una escuela que funcione con claridad, previsibilidad y sentido.