Por: Maximiliano Catalisano
Las formas en que las personas se expresan, interactúan y construyen su identidad han cambiado drásticamente en los últimos años. Las redes sociales se han convertido en un escenario donde se desarrollan nuevas prácticas culturales que influyen de la manera en que se configuran las subjetividades, especialmente en adolescentes y jóvenes. Lo que antes sucedía en ámbitos físicos y comunitarios ahora también se extiende a lo digital, generando dinámicas que impactan en la percepción de sí mismos y del mundo.
El uso de plataformas como Instagram, TikTok y Twitter no es solo un pasatiempo, sino un espacio donde se forjan discursos, valores y pertenencias. Los jóvenes encuentran allí referentes, tendencias y formas de validación social que moldean sus comportamientos y aspiraciones. La inmediata y la exposición constante pueden generar tanto oportunidades de expresión como desafíos relacionados con la autoestima y la construcción de la identidad.
Las redes sociales se han transformado de la manera en que se comunican los significados culturales. La viralización de contenidos, la capacidad de compartir experiencias en tiempo real y la interacción con personas de distintos contextos amplían el horizonte de referencias. Sin embargo, también surgen tensiones, como la sobreexposición, la comparación permanente y la dificultad para desconectarse de la mirada de los demás.
Las subjetividades en la era digital se construyen en un equilibrio entre lo que se muestra y lo que se es. La autenticidad y la autoimagen se ven atravesadas por filtros, algoritmos y expectativas externas. La escuela y las familias tienen el desafío de acompañar estos procesos, promoviendo un uso consciente y reflexivo de las redes, sin desestimar el impacto que pueden tener en la formación de la identidad.En un mundo donde lo digital es parte de la cotidianeidad, comprender estas dinámicas permite generar espacios de diálogo y aprendizaje que ayuden a los jóvenes a desarrollar una mirada crítica sobre su participación en las redes. Más que prohibir o señalar riesgos, se trata de construir herramientas que les permitan navegar por este entorno con mayor autonomía y bienestar.