Por: Maximiliano Catalisano
Incluir el arte en distintas asignaturas puede parecer un desafío, pero en realidad es una invitación a redescubrir las posibilidades de cada clase. No se trata de sumar una actividad decorativa o de “relleno”, sino de aprovechar su capacidad para despertar la sensibilidad, estimular la imaginación y profundizar los aprendizajes desde múltiples lenguajes. Cuando se integra con naturalidad, el arte enriquece cualquier propuesta pedagógica, sin importar si estamos enseñando matemática, historia o biología.
El arte permite que los contenidos cobren vida. Un poema puede ser la puerta para comprender un fenómeno natural. Una pintura puede abrir el diálogo sobre un contexto histórico. Una obra teatral puede reflejar conflictos sociales o dilemas éticos. Al involucrar emociones, sentidos y expresiones propias, los estudiantes se conectan con los temas desde un lugar más genuino y comprometido. Esa conexión es la que hace que el conocimiento se vuelva significativo.
No es necesario ser artista para integrar el arte en clase. Se puede comenzar con acciones simples: una pregunta disparadora acompañada de una canción, un video de danza para representar conceptos abstractos, la elaboración de maquetas que combinen estética y contenido, o incluso el uso del dibujo como estrategia de síntesis. La clave está en habilitar momentos para la exploración, el juego y la interpretación.
Trabajar con arte no implica perder tiempo, sino ganarlo en calidad. Cuando el estudiante crea, piensa y siente al mismo tiempo, su aprendizaje es más profundo y duradero. Además, muchas veces los alumnos que tienen dificultades con lo tradicional logran destacarse cuando se abren espacios de expresión artística. Así, el aula se vuelve más diversa en sus formas de enseñar y aprender.
También es posible vincular el arte con las tecnologías. Existen aplicaciones para crear música digital, editar imágenes, hacer collages, armar animaciones o diseñar historietas. Estas herramientas pueden ser grandes aliadas para cruzar saberes, fomentar la producción propia y potenciar la participación en clase.
El arte no es solo una disciplina más. Es un lenguaje poderoso para pensar el mundo, para decir lo que no se puede decir de otra manera, para mirar con otros ojos lo que parecía evidente. Al integrarlo en nuestras materias, les damos a nuestros estudiantes una llave para explorar sus ideas, canalizar emociones y construir aprendizajes con sentido.