Por: Maximiliano Catalisano

Garantizar Continuidad Educativa en Contextos de Desplazamiento Forzado: Diagnósticos, Experiencias y Respuestas Accesibles desde Instituciones y ONG

El desplazamiento forzado de niños y adolescentes es una realidad que transforma vidas de manera inmediata y profunda. Cuando una familia abandona su hogar por violencia, amenazas, conflictos armados o desastres, la escuela suele ser lo primero que se interrumpe y, al mismo tiempo, lo que más se necesita para recuperar estabilidad. Por eso, entender cómo sostener la continuidad educativa en estos contextos se vuelve una prioridad para organismos públicos, organizaciones sociales y comunidades que buscan proteger el futuro de quienes atraviesan estas situaciones. Esta nota explora las barreras más frecuentes, las respuestas que ya se están implementando y las alternativas de bajo costo que permiten mantener a los estudiantes vinculados con el aprendizaje incluso en escenarios adversos.

El impacto del desplazamiento forzado sobre la escolaridad se manifiesta desde el primer día. Al abandonar el lugar de residencia, los niños y adolescentes suelen perder acceso a documentación escolar, materiales básicos, redes de apoyo y traslados habituales. Muchos llegan a zonas donde no conocen a nadie, donde el sistema educativo funciona de manera diferente o donde la infraestructura no alcanza para absorber nuevos estudiantes. Estas condiciones generan interrupciones prolongadas, pérdida de continuidad y, en los casos más graves, abandono definitivo.

La inestabilidad emocional es otro factor que incide directamente sobre el aprendizaje. El desplazamiento forzado implica miedo, ruptura de vínculos, cambios bruscos y falta de certezas. Las escuelas que reciben a estudiantes desplazados enfrentan el desafío de integrar grupos que llegan con experiencias traumáticas, ritmos de aprendizaje diversos y necesidades de contención. En este punto, las respuestas institucionales bien organizadas hacen una diferencia sustancial, especialmente cuando se articulan con ONG y redes comunitarias que pueden brindar asistencia adicional.

Cómo abordan las instituciones la continuidad educativa

Los sistemas educativos, cuando cuentan con protocolos claros, pueden responder de manera rápida ante flujos repentinos de estudiantes desplazados. Una de las estrategias más frecuentes es simplificar los procesos de matriculación para evitar demoras. En muchos países, se permite el ingreso escolar aun sin documentación completa, mientras se avanza en la regularización administrativa. Esta práctica evita que los niños pasen semanas o meses fuera de la escuela y disminuye la probabilidad de abandono.

Otra respuesta valiosa es la creación de aulas de apoyo o espacios de nivelación que permiten integrar a los estudiantes de manera progresiva. Estas instancias facilitan que quienes han perdido meses de escolaridad puedan recuperar contenidos esenciales sin sentirse desbordados. También se utilizan materiales adaptados, cuadernos de refuerzo y actividades que favorecen la integración grupal, especialmente cuando los estudiantes recién llegados tienen distintos niveles de dominio del idioma o trayectorias escolares muy fragmentadas.

Las instituciones que han tenido mejores resultados suelen trabajar con equipos especializados en acompañamiento psicosocial. Aunque no siempre se cuenta con profesionales propios, muchos centros establecen acuerdos con ONG locales, universidades o centros comunitarios que aportan talleres, asesoramiento y seguimiento emocional. Esta articulación reduce el impacto de las experiencias traumáticas y facilita la adaptación al nuevo entorno escolar.

El rol de las ONG en contextos de desplazamiento

Las organizaciones no gubernamentales cumplen un papel decisivo allí donde el sistema educativo no alcanza. Muchas ONG proporcionan kits escolares, espacios seguros, apoyo emocional, tutorías y actividades extracurriculares. Su presencia suele ser más flexible y rápida, lo cual permite cubrir necesidades inmediatas como transporte, alimentación, materiales o acompañamiento familiar.

Una de las acciones más efectivas desarrolladas por ONG es la creación de espacios transitorios de aprendizaje. Estos centros funcionan como aulas temporales en refugios, barrios vulnerables o zonas rurales donde la escuela más cercana no tiene capacidad suficiente. Allí se dictan clases de refuerzo, actividades recreativas y contenidos básicos para evitar quiebres en la formación de los estudiantes. Cuando la situación se estabiliza, los niños se incorporan plenamente a las escuelas formales con un mejor punto de partida.

También existen programas de mentoría comunitaria donde jóvenes o adultos voluntarios acompañan a estudiantes desplazados en sus tareas, trámites y adaptación al nuevo barrio. Estas iniciativas, aunque pequeñas, tienen un impacto profundo en la construcción de sentido de pertenencia y en la continuidad educativa a largo plazo.

Desafíos persistentes y oportunidades de mejora con recursos accesibles

A pesar de los esfuerzos institucionales y sociales, garantizar la continuidad educativa en contextos de desplazamiento sigue siendo un desafío complejo. La falta de transporte es uno de los problemas más frecuentes: muchas familias son reubicadas en zonas periféricas donde las escuelas quedan lejos o donde el traslado diario implica costos imposibles de cubrir. Frente a esto, han surgido iniciativas de transporte comunitario, acuerdos con municipios o recorridos escolares adaptados, soluciones que requieren más coordinación que inversión.

La conectividad también tiene un papel relevante. En contextos de desplazamiento, los dispositivos se pierden, se dañan o no existen. Para evitar que esto se traduzca en una desconexión total, se han implementado bibliotecas móviles, aulas digitales compartidas y puntos comunitarios de acceso. Aun con tecnología limitada, estas estructuras permiten que los estudiantes mantengan contacto con contenidos, tareas y docentes.

Otro desafío es la continuidad docente. En zonas que reciben población desplazada, los maestros suelen enfrentar la llegada repentina de grupos numerosos con necesidades diversas. Para sostener el proceso, se están promoviendo capacitaciones breves, guías prácticas para enseñanza en contextos de emergencia y redes de apoyo profesional que permiten compartir experiencias. Estas herramientas ayudan a que los docentes no enfrenten la situación en soledad y cuenten con recursos concretos para planificar.

El trabajo con familias es un pilar indispensable. Muchas no conocen el sistema educativo local, atraviesan situaciones de estrés extremo o dudan en inscribir a sus hijos por temor a nuevas mudanzas. Por eso, distintas instituciones han incorporado jornadas informativas, mediadores culturales y asistencia personalizada para que las familias entiendan sus derechos y obligaciones. Cuando los adultos se sienten acompañados, la permanencia de los niños en la escuela se vuelve más estable.

A pesar de los desafíos, las experiencias recopiladas en distintos países muestran que es posible sostener la continuidad educativa de niños y adolescentes desplazados con medidas accesibles, planificación adaptable y una articulación sólida entre escuelas, comunidades y ONG. La respuesta no depende únicamente de recursos financieros; depende de la capacidad de construir entornos que reciban, integren y acompañen sin barreras innecesarias. La educación, incluso en situaciones de profunda inestabilidad, puede convertirse en un espacio de protección, reconstrucción y esperanza.