Por: Maximiliano Catalisano

Cada año, la evaluación escolar genera debates sobre su impacto en el aprendizaje y en la trayectoria de los estudiantes. La repitencia, entendida como la necesidad de cursar nuevamente un grado, es una de las consecuencias más discutidas dentro del sistema educativo. En muchos casos, se presenta como una solución ante el bajo rendimiento, pero ¿realmente cumple con el objetivo de mejorar los aprendizajes?

La evaluación tradicional, basada en exámenes y calificaciones numéricas, no siempre refleja con precisión el proceso de aprendizaje. Muchos estudiantes enfrentan dificultades que van más allá de los contenidos, como problemas emocionales, sociales o familiares, que inciden en su desempeño escolar. En este contexto, la repitencia puede convertirse en un obstáculo más que en una oportunidad, afectando la motivación y generando sentimientos de frustración.

En distintos países, se han implementado enfoques alternativos a la repitencia, apostando por estrategias de acompañamiento pedagógico. El refuerzo de contenidos a lo largo del año, la enseñanza personalizada y el trabajo en grupos heterogéneos han demostrado ser herramientas que permiten fortalecer el aprendizaje sin necesidad de que los estudiantes deban retroceder en su trayectoria escolar.

Además, es importante reflexionar sobre cómo se diseñan los criterios de evaluación. Si el objetivo es que los estudiantes realmente aprendan y desarrollen habilidades para el futuro, la evaluación debe ir más allá de los exámenes escritos y considerar diferentes formas de demostrar el conocimiento. La observación del proceso, el trabajo en equipo y la autoevaluación son alternativas que pueden enriquecer la manera en que se mide el aprendizaje.

El desafío es encontrar un equilibrio entre garantizar la adquisición de conocimientos y evitar que la repitencia se convierta en una barrera. La educación es un proceso continuo, en el que cada estudiante avanza a su propio ritmo. Apostar por una evaluación más flexible y un acompañamiento más cercano puede ser la clave para que la escuela sea un espacio de crecimiento real para todos.