Por: Maximiliano Catalisano

Hay algo que late en cada barrio y en cada comunidad que se refleja en la escuela, en las miradas de los estudiantes, en sus preguntas, en las necesidades de las familias y en las historias que entran cada mañana al aula. Pensar la gestión pedagógica con enfoque territorial es animarse a mirar de verdad el lugar donde se ubica la escuela, reconociendo las realidades, las oportunidades y los desafíos de cada contexto para construir propuestas educativas que estén vivas y conectadas con las personas. Es una manera de entender que cada escuela tiene su propia identidad, y que planificar, acompañar y enseñar desde esa identidad permite fortalecer los aprendizajes, la participación y la permanencia de cada estudiante.

Llevar adelante una gestión pedagógica con enfoque territorial implica, en primer lugar, conocer el territorio. Esto significa mirar el barrio, conversar con las familias, identificar organizaciones comunitarias, conocer los servicios de salud, cultura y deporte, y reconocer cuáles son los recursos y las dificultades que atraviesan a quienes forman parte de la comunidad. Este conocimiento no se logra en una sola reunión, sino a través de la escucha, la presencia y la construcción de redes de trabajo que permitan que la escuela dialogue con su contexto.

El enfoque territorial en la gestión pedagógica invita a planificar propuestas educativas que tengan sentido para los estudiantes, que conecten con sus intereses y con las realidades de su vida cotidiana. Esto se puede reflejar en proyectos que involucren la historia del barrio, actividades con clubes y bibliotecas locales, articulación con centros de salud y la incorporación de saberes comunitarios en las aulas. La gestión pedagógica no se limita a los contenidos escolares, sino que se expande hacia la construcción de una escuela que dialoga con su entorno y se nutre de él para fortalecer los aprendizajes.

La planificación institucional con enfoque territorial requiere trabajar en equipo. Los equipos directivos, docentes, preceptores y orientadores pueden reunirse para identificar necesidades comunes, diseñar proyectos que respondan a esas necesidades y planificar estrategias de acompañamiento que contemplen las realidades de las familias y de cada estudiante. Este trabajo colaborativo permite que las acciones de la escuela sean coherentes y sostenidas, evitando fragmentaciones y generando propuestas que lleguen a todos.

El acompañamiento de las trayectorias escolares desde una gestión con enfoque territorial implica identificar cuáles son las barreras que pueden estar afectando la asistencia, la participación y el aprendizaje de los estudiantes. Factores como el acceso al transporte, la disponibilidad de materiales escolares, las condiciones de vivienda o las responsabilidades familiares de cuidado pueden influir en la continuidad educativa, y reconocer estos factores permite planificar acciones de apoyo, contacto con las familias y articulación con programas sociales que ayuden a sostener las trayectorias.

El enfoque territorial en la gestión pedagógica también invita a reconocer y valorar los saberes que circulan en la comunidad. Las familias y las personas del barrio tienen experiencias, conocimientos y habilidades que pueden enriquecer las propuestas de enseñanza, generando espacios de intercambio y de aprendizaje mutuo. Esta mirada permite que la escuela deje de ser un espacio aislado y se convierta en un punto de encuentro y de construcción de ciudadanía en la comunidad.

La gestión pedagógica con enfoque territorial requiere articulación con otras instituciones. Establecer vínculos con centros de salud, servicios de protección de derechos, organizaciones sociales y culturales, bibliotecas populares y clubes deportivos permite fortalecer el acompañamiento a las familias y brindar oportunidades a los estudiantes, generando redes de contención y de desarrollo integral.

La escucha activa y el diálogo con las familias forman parte de esta gestión. Conocer sus preocupaciones, sus proyectos, sus expectativas y las dificultades que atraviesan permite construir un vínculo de confianza que fortalezca la participación en la escuela y la corresponsabilidad en el acompañamiento de las trayectorias escolares. Las reuniones, entrevistas y espacios de diálogo son instancias valiosas para sostener esta cercanía.

Para llevar adelante una gestión pedagógica con enfoque territorial es importante realizar diagnósticos participativos que permitan identificar las necesidades del territorio, las fortalezas de la comunidad y las oportunidades de articulación con diferentes actores locales. Estos diagnósticos pueden realizarse a través de reuniones con las familias, relevamientos con los estudiantes y el trabajo conjunto con organizaciones del barrio.

La gestión con enfoque territorial también implica revisar las prácticas institucionales, identificar cuáles son las barreras que puede estar generando la propia escuela y buscar caminos para superarlas. Esto requiere mirar con honestidad las rutinas escolares, las propuestas de enseñanza, las normas de convivencia y las formas de comunicación con las familias, buscando que todas las acciones estén orientadas a sostener la participación y el aprendizaje de cada estudiante.

Impulsar una gestión pedagógica con enfoque territorial es comprometerse con la realidad de cada comunidad, reconociendo que no existen recetas únicas y que cada escuela necesita construir sus propios caminos para acompañar las trayectorias educativas. Es construir una escuela que sepa escuchar, que dialogue con su entorno y que transforme cada propuesta pedagógica en una oportunidad para fortalecer la ciudadanía, el aprendizaje y la participación de quienes forman parte de ella.

Si estás buscando fortalecer tu rol en la gestión escolar, mirar con atención el territorio y planificar desde esa perspectiva puede ser el punto de partida para construir propuestas que respondan a las necesidades reales de los estudiantes y de sus familias. Una gestión pedagógica con enfoque territorial permite que la escuela se convierta en un espacio de cuidado, de aprendizaje y de construcción de comunidad, donde cada estudiante pueda crecer y proyectar su futuro.