Por: Maximiliano Catalisano

El invierno trae días cortos, tardes frías y el deseo de quedarse en casa abrigados, pero también es una oportunidad para frenar, mirarnos y compartir momentos que no siempre podemos durante el año. Muchas veces, las vacaciones de invierno se llenan de pantallas encendidas, series de fondo y celulares en la mano, generando una sensación de cansancio que no se alivia con el descanso. Promover la desconexión digital y proponer actividades en familia no significa aburrirse ni renunciar a la tecnología, sino encontrar momentos donde los dispositivos se apaguen y los abrazos, las risas, los juegos y las charlas se enciendan. Las vacaciones de invierno pueden ser un tiempo valioso para crear recuerdos compartidos, fortalecer vínculos y ofrecer a los chicos, con y sin necesidades educativas especiales, espacios de juego, movimiento y creatividad.

La importancia de mantener rutinas con flexibilidad

Los chicos necesitan cierta previsibilidad, especialmente aquellos con necesidades educativas especiales, para sentirse seguros. Durante el receso, se puede mantener un horario estable para despertarse, comer y acostarse, dejando espacios definidos para juegos, lecturas, paseos o descanso. No se trata de replicar la escuela, sino de organizar el día de modo que se combinen momentos activos con otros de calma, evitando el uso permanente de pantallas como recurso de distracción.

Juegos y movimiento que ayuden a desconectar

El movimiento es esencial, incluso en invierno. Armar circuitos con almohadones, juegos de saltar con líneas marcadas en el piso o carreras con pelotas suaves son propuestas simples que invitan a moverse, descargar energía y disfrutar. Salir a caminar, aunque sea abrigados, mirar el cielo, buscar hojas de diferentes colores o sonidos en la plaza, también es una forma de desconectar y recargar energía. Los juegos tradicionales como la rayuela, el elástico o el escondite, adaptados según las posibilidades de cada chico, aportan diversión sin necesidad de tecnología.

Espacios sensoriales y arte en casa

El invierno es ideal para armar propuestas sensoriales en casa: bandejas con arroz o harina, botellas con brillantina y agua para observar, pinceles con agua para pintar sobre cartón, masas caseras con colores o texturas diferentes. Estas actividades favorecen la atención y ayudan a relajarse. También se pueden realizar manualidades, collages con recortes, pintura con sellos o crear títeres con materiales reciclados, fomentando la creatividad y permitiendo a los chicos expresarse de otras maneras.

Lectura y cuentos compartidos

Leer juntos es una actividad que no pasa de moda. Se pueden elegir cuentos con imágenes, historias cortas o libros de capítulos para leer de a poco, fomentando el gusto por la lectura. Para chicos con necesidades educativas especiales, los cuentos con pictogramas o con objetos de apoyo pueden facilitar la comprensión y la participación. Leer en voz alta, comentar las historias o dramatizar escenas con títeres o muñecos convierte la lectura en un momento de conexión real.

Acuerdos claros para limitar el uso de pantallas

Proponer momentos sin tecnología ayuda a todos en casa. Se pueden pactar horarios, como durante las comidas, antes de dormir o al compartir actividades. Lo importante es que sea un acuerdo conversado y no una imposición, para que todos comprendan el sentido de estos espacios. Los adultos también deben participar, dejando el celular de lado durante esos momentos, demostrando con acciones que es posible disfrutar sin distracciones digitales.

Actividades de la vida cotidiana como momentos de conexión

Incluir a los chicos en actividades simples del hogar refuerza su autonomía y genera conexión. Pueden colaborar al poner la mesa, regar plantas, preparar una receta sencilla o doblar ropa. Para muchos chicos, participar en estas tareas también funciona como actividad sensorial y organizadora, aportando seguridad y sentido de pertenencia.

Momentos de juego y calma en familia

Además de las actividades activas, es importante ofrecer momentos de calma. Una tarde de chocolate caliente y cuentos, un picnic improvisado en el living con una manta y una canasta de meriendas, mirar las nubes desde la ventana mientras se escuchan canciones suaves o compartir un rato de silencio con música de fondo son pequeñas pausas que reconfortan y ayudan a bajar revoluciones en días fríos.

Resignificar el uso de la tecnología

Desconectar no significa eliminar la tecnología, sino darle un uso consciente. Se puede acordar ver una película en familia, pero con los celulares guardados, o utilizar la tecnología para buscar una receta y luego cocinar juntos. Estas instancias enseñan a utilizar la tecnología como herramienta y no como un escape constante.

Crear recuerdos juntos

El invierno y el receso escolar son momentos ideales para crear memorias en familia. No hace falta gastar mucho ni planear grandes salidas para disfrutar de estar juntos. Las pequeñas cosas, como armar un juego, leer un cuento, cocinar galletitas o reírse juntos, son las que dejan huella. Desconectar de las pantallas permite reconectar con lo más importante: compartir tiempo con quienes queremos.