Por: Maximiliano Catalisano

Hoy resulta imposible separar la vida de los estudiantes del mundo digital. Las redes sociales ocupan gran parte de su tiempo libre, pero también se cuelan en la manera en que se perciben a sí mismos y en cómo se relacionan con su rendimiento escolar. En medio de un scroll interminable, donde las comparaciones parecen inevitables, surge una pregunta importante: ¿cómo impactan las redes sociales en la autoestima académica de los alumnos? Este tema no solo preocupa a docentes y familias, sino que también define la forma en que los estudiantes se enfrentan a los desafíos educativos y personales.

La autoestima académica se construye a partir de la percepción que el estudiante tiene sobre sus capacidades para aprender, resolver problemas, alcanzar logros y enfrentar exámenes o trabajos. Es decir, no depende únicamente de las calificaciones, sino de cómo se siente frente a los desafíos del aprendizaje. En este punto, las redes sociales cumplen un papel decisivo, ya que ofrecen espacios de reconocimiento, comparación y validación que influyen en la forma en que los jóvenes se valoran a sí mismos.

El espejo de la comparación constante

Uno de los principales efectos de las redes sociales es el fenómeno de la comparación. Cuando un estudiante observa que sus compañeros publican logros, certificados, proyectos exitosos o incluso rutinas de estudio aparentemente perfectas, puede sentirse en desventaja. La comparación constante genera inseguridad y puede llevar a la idea de “yo no soy tan bueno” o “no puedo lograr lo mismo”. Esto termina debilitando la confianza y afectando la motivación para estudiar.

Sin embargo, no siempre la comparación es negativa. Algunos estudiantes encuentran en esas publicaciones una fuente de inspiración que los impulsa a esforzarse más. La diferencia radica en la forma en que cada persona procesa la información y en el entorno de apoyo que tenga para interpretar lo que ve. Si la familia y la escuela acompañan con mensajes que refuercen la idea de que cada alumno tiene su propio camino, la comparación puede transformarse en motor de superación.

La búsqueda de aprobación y su impacto en el estudio

Otro aspecto clave es la necesidad de reconocimiento. Los “me gusta”, los comentarios y las visualizaciones se convierten en una medida de valor personal. Para muchos jóvenes, obtener esa aprobación social se vuelve tan importante que llega a eclipsar la satisfacción de un logro académico. Es decir, la gratificación inmediata que brindan las redes puede opacar el esfuerzo prolongado que requiere el estudio.

En este punto aparece un desafío: ayudar a los estudiantes a comprender que el aprendizaje no siempre trae resultados instantáneos y que su valor no depende de la cantidad de interacciones en una publicación. Cuando logran equilibrar el mundo virtual con sus metas académicas, pueden reconocer que el esfuerzo y la constancia también construyen autoestima, aunque no generen un reconocimiento inmediato en las redes.

El doble filo de la exposición pública

La posibilidad de mostrar logros académicos en redes sociales puede ser positiva si se usa de manera consciente. Compartir un premio, un proyecto escolar o un avance en los estudios puede reforzar la confianza y motivar a seguir adelante. Sin embargo, la exposición pública también abre la puerta a las críticas, burlas o comentarios negativos.

Los estudiantes que reciben mensajes hirientes en relación a sus logros pueden experimentar un fuerte golpe en su autoestima académica. Por eso es importante que tanto docentes como familias enseñen a usar las redes con responsabilidad, entendiendo que no todo lo que aparece en línea define el valor de una persona. El acompañamiento adulto es clave para que los jóvenes puedan distinguir entre un comentario negativo y la realidad de su desempeño.

Cómo aprovechar las redes para fortalecer la autoestima académica

Aunque las redes sociales tienen riesgos, también pueden convertirse en un recurso valioso si se las usa con propósito. Existen comunidades educativas online donde los estudiantes comparten estrategias de estudio, recomiendan libros, intercambian experiencias y celebran logros de manera positiva. Estos espacios generan un sentido de pertenencia que puede mejorar la autoestima y reforzar la motivación.

Además, las plataformas ofrecen posibilidades de aprendizaje que no existían antes: tutoriales, charlas con expertos, cursos gratuitos y grupos de discusión. Si un estudiante utiliza las redes para aprender y compartir, puede transformar su relación con la tecnología y fortalecer su confianza en el ámbito académico. La clave está en guiar el uso hacia contenidos que construyan, en lugar de dejar que el algoritmo determine todo lo que consumen.

La importancia del acompañamiento y el diálogo

El impacto de las redes sociales en la autoestima académica no puede analizarse de manera aislada. Depende del entorno en el que el estudiante crece, del acompañamiento que recibe y de las herramientas que le brindan para manejar la presión social. El diálogo abierto entre padres, docentes y alumnos es fundamental. Hablar sobre lo que ven en redes, sobre lo que sienten al compararse y sobre cómo interpretan la aprobación digital ayuda a poner en perspectiva esas experiencias.

Cuando los estudiantes entienden que su valor no se mide en seguidores ni en calificaciones perfectas, sino en su capacidad de aprender y mejorar, desarrollan una autoestima académica más sólida. Y en esa construcción, las redes sociales pueden dejar de ser un obstáculo para convertirse en un recurso si se las orienta con conciencia.

Las redes sociales influyen de manera profunda en la autoestima académica porque moldean la forma en que los alumnos se ven a sí mismos y cómo creen que los demás los perciben. Pueden ser un arma de doble filo, pero también una oportunidad. Todo depende de cómo se enseñe a utilizarlas y del apoyo que reciban los jóvenes para enfrentar los desafíos de un mundo donde lo digital y lo escolar ya no pueden separarse.