Por: Maximiliano Catalisano
A veces, lo que más necesita un grupo no es una explicación más larga ni una actividad más compleja. A veces, el mejor impulso para retomar la atención, renovar la energía y mejorar el clima en el aula es detenerse. Las pausas activas son breves, sencillas y altamente efectivas: una herramienta al alcance de cualquier docente que quiera mejorar la dinámica diaria sin tener que rediseñar todo su plan de clases.
Estas pausas pueden durar apenas unos minutos, pero su impacto es notorio. Cuando se incorporan de manera intencional, permiten recuperar el foco, reducir el estrés, disminuir la ansiedad y mejorar la participación de los estudiantes. En muchos casos, bastan ejercicios de respiración, estiramientos, juegos de movimiento, una breve visualización guiada o incluso una canción para cambiar la energía del grupo.
El cuerpo y la mente están conectados. Si los estudiantes permanecen mucho tiempo sentados o concentrados en tareas de alta demanda cognitiva, su rendimiento comienza a decaer. Las pausas interrumpen esa rutina, generan un corte necesario y preparan el terreno para seguir aprendiendo con mayor atención.
Lo interesante es que no requieren materiales, tecnología ni una planificación compleja. Pueden surgir espontáneamente, cuando el docente percibe que el grupo está desconectado, o integrarse en momentos clave del día. Algunas escuelas incluso incorporan una pausa activa institucionalizada en el horario, como parte del bienestar integral de los estudiantes.
Otra ventaja es que las pausas pueden adaptarse según la edad, el clima, el espacio disponible y el estado de ánimo del grupo. Pueden tener un enfoque lúdico, corporal, artístico o emocional. Algunas propuestas pueden ser conducidas por los propios alumnos, generando una dinámica participativa que refuerza vínculos y la sensación de pertenencia.
Incluir estas pequeñas pausas en la rutina escolar no solo mejora la jornada, sino que enseña algo más profundo: la importancia de frenar, observar cómo nos sentimos y resetear para seguir. Es una habilidad que va mucho más allá del aula y que puede convertirse en un hábito de cuidado personal para toda la vida.