Los docentes enfrentan el reto de adaptarse a un mundo en constante evolución, requiriendo nuevas habilidades y enfoques educativos.
Vivimos en un mundo en constante evolución, donde los cambios son la única constante. Como docentes, nos enfrentamos a un desafío monumental: preparar a nuestros estudiantes para un futuro que es incierto y que está en continuo cambio. Nos formamos en una era con estructuras y paradigmas que ya no se ajustan a la realidad actual. Este desfase nos obliga a replantear nuestra práctica docente.
La crisis que experimentamos en la educación no es meramente un fallo del sistema, sino el resultado de un cambio profundo y fenomenal. Estamos transitando de una era a otra, un proceso que es difícil de percibir y aceptar porque estamos inmersos en él. La educación, tal como la conocemos, no está proporcionando respuestas adecuadas a los desafíos del presente.
El conocimiento actual ha cambiado epistemológicamente, es decir, la forma en que se genera y se entiende el conocimiento es distinta de las metodologías y propuestas que tradicionalmente se han enseñado en las escuelas. Más preocupante aún, esta nueva epistemología también difiere de nuestra manera de pensar, ya que fuimos formados con un pensamiento lineal, no con el pensamiento complejo que hoy se requiere.
El pensamiento complejo es fundamental para entender y actuar en la realidad que nos toca vivir. Esto implica la capacidad de conectar, integrar y sintetizar múltiples perspectivas y disciplinas. Nuestro reto es enorme, ya que debemos desaprender y reaprender para poder guiar a nuestros estudiantes en el desarrollo de estas competencias.
Llegar a estos cambios no es tarea simple. Requiere un compromiso con la formación continua, no solo para mantenernos actualizados, sino para transformar nuestra manera de pensar y enseñar. Necesitamos desarrollar en nuestros estudiantes la habilidad para resolver problemas de manera efectiva, lo que a su vez requiere un enfoque práctico y multidisciplinario.
Para que nuestros estudiantes puedan abordar la realidad de manera efectiva, debemos fomentar un enfoque educativo que integre múltiples disciplinas. Esto no solo enriquece su aprendizaje, sino que les proporciona las herramientas necesarias para comprender y actuar sobre la realidad de manera más holística y efectiva.
El mundo que conocemos está en constante cambio, y la educación no puede quedarse atrás. Como docentes, es nuestra responsabilidad adaptarnos y prepararnos para un futuro incierto. Esto implica un cambio profundo en nuestra formación y en nuestra práctica educativa, adoptando un pensamiento complejo y multidisciplinario. Solo así podremos guiar a nuestros estudiantes hacia un futuro donde no solo sobrevivan, sino que prosperen.
El desafío es grande, pero también lo es nuestra capacidad para innovar y adaptarnos. La educación es la llave para abrir las puertas de un futuro mejor, y como docentes, tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser los guardianes de esa llave.
MARTA BONSERIO
Directora Pedagógica
El Portal Educativo