Por: Maximiliano Catalisano
Los últimos días de vacaciones pueden sentirse como un reloj que corre más rápido de lo normal. Entre la compra de útiles, el orden de uniformes y la preparación para volver a la rutina, muchas veces se olvida que esos días también pueden ser una oportunidad para compartir momentos simples y alegres en familia. Despedir las vacaciones con calidez no solo deja un buen recuerdo en chicos y adultos, sino que ayuda a encarar el regreso a clases con otra energía, evitando que el inicio se viva como un salto abrupto al ritmo escolar. Convertir estos días en pequeños rituales de conexión es una forma de cuidar el ánimo de todos y de recordar que el tiempo compartido, por más sencillo que sea, se transforma en una caricia para el corazón.
Disfrutar actividades al aire libre
Aprovechar los últimos días para salir a caminar, ir a la plaza, andar en bicicleta o armar un picnic en el parque permite cerrar las vacaciones con momentos de aire fresco, movimiento y diversión. No hace falta organizar salidas costosas ni viajes largos, a veces lo que más disfrutan los chicos es el simple hecho de compartir un mate con galletitas al sol, jugar a la pelota o recolectar hojas para armar un collage. Estas salidas refuerzan la conexión y ayudan a liberar tensiones, dejando recuerdos lindos antes de volver a la rutina.
Crear recuerdos con gestos simples
Las fotos familiares, los dibujos de las vacaciones o armar un mural con imágenes de lo vivido durante el verano pueden convertirse en un ritual de cierre que refuerce la gratitud por lo compartido. Se puede proponer a los chicos elegir su recuerdo favorito del verano y contarlo en una comida en familia. Este momento de compartir anécdotas genera una sensación de cierre positivo y permite registrar lo valioso de lo vivido, reforzando el vínculo afectivo y la memoria familiar.
Volver a la cocina compartida
Cocinar juntos es una forma cálida de pasar tiempo en familia antes de la vuelta a clases. Se pueden preparar recetas sencillas como tortas, galletitas o pizzas, permitiendo que los chicos participen en el amasado, en la decoración o en la elección de sabores. Cocinar juntos invita a conversar, reírse de pequeños errores, esperar con ganas a que el horno termine y disfrutar de un momento compartido que, aunque cotidiano, se convierte en una experiencia de conexión y alegría.
Revisar logros del verano y proyectar lo que viene
Antes de volver a la rutina, puede ser útil hablar sobre lo que cada uno aprendió o disfrutó durante las vacaciones, rescatando pequeños avances que muchas veces pasan desapercibidos. Quizás un chico aprendió a andar en bicicleta, a nadar o a preparar un desayuno solo, mientras otro se animó a dormir en casa de un amigo o a superar un miedo. Reconocer estos logros fortalece la confianza antes de volver a clases. Además, se puede hablar de qué esperan para el inicio del año escolar, qué cosas les gustaría aprender y qué deseos tienen para este nuevo período, ayudando a que el regreso se sienta como un paso más en su camino.
Organizar una despedida simbólica
Los últimos días de vacaciones pueden incluir una merienda especial, un picnic de despedida de vacaciones o una noche de juegos en familia para marcar el cierre de esta etapa. Este tipo de rituales ayudan a los chicos a comprender que comienza un nuevo momento y que pueden transitarlo con calma y alegría. No se trata de un gran evento, sino de un gesto simple que deje una sensación de calidez en el corazón antes de volver a las clases.
Acompañar las emociones que surjan
En estos días pueden aparecer nervios, enojos o miedos por la vuelta a la escuela. Es importante escucharlos con calma, validar lo que sienten y explicarles que es normal que haya emociones encontradas. Compartir historias de cuando los adultos también sintieron nervios por el regreso a la escuela ayuda a humanizar este momento y a reforzar la confianza para comenzar un nuevo ciclo.
Valorar el tiempo compartido
El inicio de clases no significa el final de la conexión familiar. Aun cuando comiencen las rutinas de horarios y tareas, se pueden seguir buscando momentos de encuentro. Los últimos días de vacaciones son una buena oportunidad para recordar que, aunque las vacaciones terminan, el cariño, el juego y la escucha continúan en la vida cotidiana. Despedir las vacaciones en familia con alegría no es algo que requiera grandes preparativos, sino una mirada consciente que ponga el foco en lo compartido y en la gratitud por el tiempo vivido juntos.
Un cierre que invita a comenzar con entusiasmo
Decir adiós a las vacaciones no tiene por qué ser un momento de tristeza. Con gestos sencillos, salidas al aire libre, cocina compartida y conversaciones sobre lo vivido y lo que vendrá, se puede transformar este cierre en una experiencia que llene de calma y alegría a los chicos y a los adultos. Preparar emocionalmente el regreso no es solo ajustar horarios, también es despedir una etapa con gratitud y abrir la puerta a lo que comienza, acompañando a los chicos a volver a la escuela con una sonrisa y con la tranquilidad de saberse sostenidos en el afecto de su familia.