Por: Maximiliano Catalisano
Aunque a veces puedan parecer meros trámites administrativos, las actas, los acuerdos y los registros son una parte fundamental del funcionamiento escolar. Reflejan decisiones, dejan constancia de situaciones importantes y organizan la memoria institucional. Saber redactarlos con claridad, orden y precisión no es solo una tarea técnica, sino una herramienta que puede evitar malentendidos, fortalecer la comunicación y facilitar la toma de decisiones futuras.
Redactar un acta no se trata de volcar todo lo que se dijo, sino de seleccionar lo relevante. Es importante comenzar con los datos básicos: fecha, hora, lugar, personas presentes. Luego, describir de manera objetiva los temas tratados, las propuestas que surgieron, las decisiones tomadas y los acuerdos alcanzados. El lenguaje debe ser claro, directo y sin interpretaciones personales. Una buena práctica es usar verbos en pasado y mantener una estructura lógica que facilite la lectura.
Los acuerdos escolares, ya sean entre docentes, directivos, familias o estudiantes, también requieren ser registrados por escrito. Esto no implica desconfianza, sino una forma de respetar los compromisos asumidos. Documentar un acuerdo ayuda a que todas las partes recuerden lo pactado, puedan revisar su cumplimiento y dialogar sobre lo que funcione o no con el paso del tiempo. Incluso en situaciones informales, registrar un acuerdo puede ser un gesto de cuidado.
Los registros cumplen múltiples funciones en la vida institucional. Desde el seguimiento de estudiantes hasta la planificación pedagógica o la organización de reuniones, llevar un registro permite ver recorridos, anticipar necesidades y mejorar las intervenciones. No tienen que ser largos ni complejos: muchas veces una planilla clara o un breve texto bien organizado es suficiente para que sirvan de apoyo real en el trabajo cotidiano.
Incorporar el hábito de documentar no es burocratizar, sino construir memoria. Una institución que registra lo que hace puede revisar, evaluar, ajustar y sostener sus prácticas. Es, también, una forma de dar valor a lo que ocurre cada día, aunque parezca pequeño. Porque lo que no se escribe, muchas veces se olvida.