Por: Maximiliano Catalisano

Los actos escolares son mucho más que fechas en un calendario o formalidades que cumplir para cerrar un trimestre. Son oportunidades para que toda la comunidad educativa se encuentre, recuerde fechas importantes, valore la historia y refuerce vínculos. Pero también pueden transformarse en momentos de incomodidad, discriminación o exclusión si no se planifican con cuidado. Aplicar una mirada inclusiva en la planificación de actos escolares no es un agregado de último momento: es una manera de construir comunidad y de mostrar a cada estudiante que la escuela es un lugar donde su voz importa.

Para pensar un acto escolar con esta perspectiva, el primer paso es revisar quiénes suelen participar y quiénes quedan afuera. Muchas veces, siempre hablan los mismos, participan los mismos, se eligen los mismos estudiantes para representar, mientras otros quedan sentados, mirando sin sentirse parte. Planificar de manera inclusiva implica abrir el espacio a quienes habitualmente no participan, preguntar qué quieren hacer, dar oportunidades a todos, permitiendo que cada uno pueda aportar desde sus habilidades, intereses y formas de comunicarse.

La selección de los temas, las canciones, las palabras a compartir también necesita ser pensada con esta mirada. Es importante elegir textos que no discriminen, que no refuercen estereotipos, que muestren diversidad de realidades y que inviten a reflexionar. También se pueden incluir en los actos situaciones cotidianas que viven las familias y los estudiantes, mostrando que la historia no es algo lejano, sino que se conecta con lo que se vive en cada barrio y en cada hogar.

La accesibilidad es otro punto clave. Si un acto escolar se realiza en un espacio donde algunos estudiantes o familias no pueden ingresar, o si se utilizan recursos que no pueden ser vistos o escuchados por todos, se está dejando afuera a parte de la comunidad. Pensar en la disposición del espacio, en el uso de micrófonos, en la proyección de imágenes con buena visibilidad, en los tiempos de duración del acto, son decisiones que suman a la participación de todos.

Escuchar las voces de los estudiantes y de las familias es otra manera de fortalecer una mirada inclusiva en los actos escolares. Muchas veces, los actos se organizan de manera automática, con el mismo esquema de siempre, sin preguntar qué piensan o qué ideas tienen quienes forman parte de la comunidad. Abrir espacios para proponer, para sumar ideas, para pensar entre todos, genera sentido de pertenencia y permite descubrir nuevas maneras de conmemorar las fechas escolares.

Los ensayos para los actos también deben ser planificados con cuidado, evitando situaciones que generen malestar o burlas entre los compañeros, y cuidando los tiempos de los estudiantes. No es necesario realizar ensayos extensos que cansen a todos, sino priorizar el respeto y el acompañamiento, permitiendo que cada estudiante participe desde lo que puede y desea, sin imposiciones que generen incomodidad.

El rol de los docentes y del equipo directivo es acompañar este proceso de planificación, cuidando que cada propuesta sea coherente con los valores de la escuela y permita que el acto sea un momento de encuentro verdadero. La organización previa, la claridad en las consignas, la invitación a las familias y la comunicación anticipada son gestos que refuerzan la participación de toda la comunidad.

En los actos escolares con mirada inclusiva se puede valorar la diversidad de culturas presentes en la escuela, incorporar lenguajes artísticos diversos, abrir espacios para la expresión de emociones y para el diálogo sobre el sentido de la fecha que se conmemora. No se trata de hacer actos extensos, sino de generar momentos significativos que todos puedan disfrutar y comprender.

La evaluación posterior al acto es también parte de este proceso. Preguntar a los estudiantes cómo se sintieron, qué les gustó, qué cambiarían para la próxima vez, permite ajustar y mejorar. Escuchar estos aportes fortalece el compromiso con la participación y permite que los actos se transformen en espacios de aprendizaje colectivo.

Aplicar una mirada inclusiva en la planificación de actos escolares no significa complejizar la tarea, sino hacerla más consciente y conectada con la realidad de cada estudiante y de cada familia. Es un modo de mostrar que la escuela es un espacio donde se cuida a cada persona y donde cada uno puede encontrar un lugar para expresarse y sentirse parte.

Cuando se logra que un acto escolar sea un espacio de participación real, se está enseñando con el ejemplo valores de respeto, de escucha y de participación. Se transforma un momento que podría ser meramente formal en una oportunidad para aprender juntos, fortalecer la comunidad y construir recuerdos valiosos que acompañen a los estudiantes en su recorrido escolar.