Por: Maximiliano Catalisano

En un mundo donde la inteligencia artificial se vuelve cada vez más accesible, muchas familias y docentes se preguntan cómo deben manejar los estudiantes herramientas como Chat GPT a la hora de realizar tareas escolares. ¿Está bien usarlo? ¿Cuándo deja de ser una ayuda para convertirse en un atajo? ¿Se puede aprovechar su potencial sin caer en la trampa de copiar y pegar? La respuesta no solo es sí, sino que además puede convertirse en una oportunidad para aprender más y mejor, siempre que se utilice de manera ética y reflexiva.

Chat GPT es una herramienta que puede hacer mucho más que resolver problemas o escribir textos. Puede explicar conceptos difíciles, ayudar a organizar ideas, sugerir ejemplos y dar ideas para comenzar a redactar. Pero no está pensado para que un estudiante le diga “haceme el trabajo” y luego lo copie sin más. Usarlo así no ayuda a desarrollar el pensamiento propio ni a comprender lo que se está estudiando. Al contrario, hace que uno se pierda lo más importante: el proceso de aprender.

Lo primero que hay que entender es que Chat GPT no reemplaza al estudiante. Puede servir como asistente, como compañero que ayuda a pensar mejor, pero no como alguien que hace el trabajo en su lugar. Por ejemplo, si un alumno tiene que escribir una opinión sobre un libro, puede preguntarle a Chat GPT: “¿Qué temas importantes aparecen en este libro?”, “¿Qué opinan otras personas sobre este personaje?”, o incluso “Ayudame a armar una estructura para redactar mi opinión”. A partir de esas respuestas, el estudiante puede construir su propio texto, con su estilo y sus ideas. No se trata de copiar, sino de inspirarse.

También se puede usar para repasar contenidos. Si no entendés bien una lección de historia, podés pedirle que te la explique como si fueras de otra edad, o que use ejemplos más cercanos a tu vida cotidiana. Si estás aprendiendo un nuevo tema de matemáticas, podés pedirle que te muestre cómo resolver un ejercicio paso a paso, para después intentar hacerlo vos por tu cuenta. Si estás escribiendo y no sabés cómo continuar, podés pedirle sin que escriba por vos, que te dé frases de transición o que te sugiera cómo mejorar la coherencia.

Otra buena forma de usar Chat GPT es para practicar la revisión de lo que uno mismo escribe. Podés copiar un borrador tuyo y preguntarle: “¿Hay errores gramaticales?”, “¿Puedo mejorar este párrafo?”, o “¿Qué parte se entiende menos?”. De esa manera no solo corregís, sino que aprendés a observar tu propio proceso de escritura, algo fundamental para mejorar con el tiempo.

Pero todo esto requiere una actitud activa, no pasiva. Usar Chat GPT de forma ética implica tener una participación consciente, saber que la herramienta no reemplaza tu pensamiento ni tu esfuerzo. El trabajo sigue siendo tuyo. Y esa es la gran diferencia. Usar inteligencia artificial para aprender está bien. Usarla para hacer trampa, no.

Es importante también que las escuelas y las familias hablen de esto. Prohibir estas herramientas puede parecer una solución rápida, pero no es realista. Los estudiantes ya las conocen y las usan. La clave está en acompañar, enseñar a usarlas con criterio, y, sobre todo, generar tareas que inviten a pensar, a crear, a escribir desde lo personal. Cuando una consigna es significativa, no hay inteligencia artificial que pueda hacerlo mejor que un ser humano comprometido.

Los docentes pueden, además, enseñar a integrar ChatGPT al proceso de aprendizaje. Por ejemplo, proponiendo que parte de la tarea consista en explorar con la herramienta y después contar qué usaron, cómo y por qué. También se pueden hacer ejercicios comparativos, como escribir un texto propio, pedirle a Chat GPT una versión del mismo tema y después analizar las diferencias, la calidad, la creatividad y el estilo.

Las tareas escolares no deben convertirse en una carrera por terminar rápido. Deberían ser experiencias que desafíen, que despierten preguntas, que generen diálogo. En ese contexto, la inteligencia artificial puede sumar mucho valor. Pero para eso, es necesario asumirla como un recurso complementario, no como una solución mágica.

El uso ético de Chat GPT también implica citarlo cuando se lo utiliza directamente. Si un estudiante decide incorporar una definición o una idea generada por esta herramienta, puede escribir algo como: “Según una explicación generada por Chat GPT, la fotosíntesis es…”. Esto no solo muestra honestidad, sino también una comprensión clara de qué parte del trabajo es propia y qué parte fue apoyada por otra fuente.

Aprender a usar nuevas tecnologías con responsabilidad es parte del mundo en el que vivimos. Así como se enseñan normas de convivencia, también es necesario enseñar buenas prácticas digitales. Chat GPT es solo una de las muchas herramientas que ya están transformando la forma de enseñar y aprender. Lo importante no es evitarla, sino integrarla con conciencia, para que cada estudiante siga desarrollando su autonomía, su creatividad y su pensamiento crítico.