Por: Maximiliano Catalisano

Vivimos rodeados de imágenes. Publicidades, redes sociales, videos, infografías y memes nos hablan todo el tiempo. Pero, ¿Sabemos realmente leer lo que vemos? En la escuela, enseñar a leer imágenes se vuelve una tarea tan importante como enseñar a leer palabras. Las imágenes comunican, persuaden, construyen sentido y transmiten valores. En un mundo visual como el actual, fortalecer la lectura de imágenes en la escuela no solo amplía la comprensión, sino que también forma ciudadanos críticos, capaces de interpretar lo que consumen y de construir mensajes visuales propios. Enseñar a mirar es, en definitiva, enseñar a pensar.

La lectura de imágenes no se limita a describir lo que se ve. Implica interpretar, analizar y comprender los significados que las imágenes esconden. Cada color, forma, encuadre, gesto o símbolo tiene una intención, y aprender a reconocerla es un modo de desarrollar la mirada crítica. En la escuela, muchas veces se trabaja con textos escritos, pero las imágenes acompañan permanentemente la enseñanza: aparecen en los libros, en las presentaciones digitales, en los murales, en los afiches del aula y en los medios que consumen los estudiantes. Integrarlas de manera consciente al proceso de aprendizaje ayuda a que los alumnos desarrollen competencias comunicativas más amplias y una mirada activa frente a los mensajes visuales que los rodean.

La imagen como texto que se lee y se piensa

Fortalecer la lectura de imágenes implica comprender que toda imagen es un texto, con una estructura y un mensaje. Al igual que un texto literario o informativo, tiene un autor, un contexto y una intención. Enseñar a los estudiantes a hacerse preguntas sobre las imágenes que observan es el primer paso: ¿Quién la produjo? ¿con qué propósito? ¿Qué emociones busca generar? ¿Qué elementos destacan más y por qué? Estas preguntas promueven el análisis, la reflexión y la comprensión crítica del lenguaje visual.

Cuando los docentes incorporan estas estrategias en el aula, los alumnos aprenden a mirar de otra manera. Una simple fotografía puede ser el punto de partida para trabajar temas históricos, sociales o artísticos. Una pintura puede abrir el debate sobre los valores culturales de una época. Una imagen publicitaria puede ser analizada desde la perspectiva del consumo y los estereotipos. Leer imágenes es, en definitiva, aprender a reconocer los mensajes que están detrás de la superficie.

Estrategias para desarrollar la lectura de imágenes

La escuela puede fortalecer esta competencia a través de múltiples estrategias sencillas y significativas. Una de ellas es el trabajo comparativo entre imágenes: observar dos representaciones de un mismo hecho o personaje y analizar las diferencias de enfoque. También es valioso proponer actividades de “lectura guiada”, donde el docente orienta la observación con preguntas que inviten a interpretar y no solo a describir. Por ejemplo: ¿Qué sensación produce esta imagen? ¿Qué detalles llaman tu atención? ¿Cómo se relacionan los colores con el mensaje que transmite?

Otra estrategia es el diálogo entre imagen y palabra. Los alumnos pueden escribir textos a partir de imágenes, construir relatos, crear títulos o inventar diálogos que expresen lo que la imagen sugiere. Este tipo de actividades integra la educación visual con la literaria, favoreciendo la creatividad y la expresión. Asimismo, el análisis de imágenes audiovisuales —como fragmentos de películas o videos educativos— permite abordar la construcción del sentido desde el movimiento, el sonido y la secuencia.

La tecnología también ofrece un campo fértil para la lectura de imágenes. Las redes sociales, los videos cortos y los contenidos digitales forman parte de la vida de los estudiantes y constituyen un excelente punto de partida para trabajar la interpretación crítica. Analizar una publicación de Instagram o un fragmento de video viral permite discutir sobre los mensajes, la manipulación visual, los efectos de la edición o la intencionalidad del emisor. De esta manera, la escuela contribuye a formar usuarios reflexivos, que no solo consumen imágenes, sino que las comprenden y las cuestionan.

El rol del docente como mediador de miradas

El docente cumple un papel fundamental en este proceso, ya que su tarea es orientar la mirada, guiar la observación y abrir el debate. No se trata de imponer interpretaciones, sino de enseñar a mirar desde distintos ángulos, de mostrar que una imagen puede tener múltiples significados según el contexto y la perspectiva del observador. Cuando los estudiantes aprenden que no hay una única lectura posible, se fomenta la tolerancia, el pensamiento autónomo y la capacidad de argumentar.

Además, fortalecer la lectura de imágenes en la escuela favorece la inclusión, ya que ofrece diversas formas de acceder al conocimiento. No todos los estudiantes se expresan o aprenden de la misma manera; algunos comprenden mejor a través de lo visual, otros a través de la palabra, y muchos mediante la combinación de ambas. Las imágenes facilitan la comprensión, despiertan emociones y ayudan a construir puentes entre la información y la experiencia personal. En este sentido, trabajar con recursos visuales amplía las posibilidades de participación y aprendizaje dentro del aula.

La imagen como lenguaje del siglo XXI

En la actualidad, la imagen se ha convertido en un lenguaje dominante. Aprender a interpretarla es tan esencial como saber leer y escribir. Las fake news, la manipulación digital y la saturación visual exigen ciudadanos que puedan reconocer cuándo una imagen informa, persuade o engaña. Por eso, la escuela tiene la responsabilidad de enseñar no solo a ver, sino a pensar lo que se ve. Fortalecer la lectura de imágenes no es una tarea exclusiva del área artística o de comunicación; atraviesa todas las disciplinas, porque en todas hay imágenes que comunican algo: mapas, gráficos, ilustraciones, fotografías, diagramas o memes.

Enseñar a leer imágenes es también enseñar a expresarse a través de ellas. Invitar a los alumnos a crear sus propias producciones visuales —afiches, collages, videos, fotografías— fomenta la creatividad y el pensamiento crítico. Cuando un estudiante elige qué mostrar, desde qué ángulo, con qué colores o qué elementos incluir, está construyendo un mensaje. Esa construcción es también una forma de aprendizaje, porque obliga a pensar en el sentido, en la intención y en el impacto de lo que se comunica.

En definitiva, fortalecer la lectura de imágenes en la escuela significa preparar a los estudiantes para entender el mundo en el que viven. Un mundo que comunica con imágenes, que emociona con imágenes, que persuade con imágenes. La escuela tiene la oportunidad de enseñar a mirar con conciencia, con sensibilidad y con inteligencia. Porque quien aprende a mirar, aprende también a comprender, a dudar, a crear y a participar de manera activa en la sociedad. Leer imágenes es, al fin y al cabo, una forma de leer la vida.