Por: Maximiliano Catalisano

Imagina un aula donde las matemáticas se conectan con el arte y la ciencia para resolver problemas reales que cuidan el ambiente, donde cada cálculo y cada pincelada tienen un propósito que trasciende el cuaderno y se convierte en una acción concreta para mejorar la comunidad. Los proyectos interdisciplinares que combinan estas áreas permiten aprender de forma práctica y participativa mientras se promueve el cuidado del planeta, generando en los estudiantes una conciencia ambiental que nace de la experiencia directa y no solo de conceptos abstractos. Enseñar a calcular la huella de carbono de la escuela o crear obras de arte con materiales reciclados son ejemplos de actividades que muestran a niñas, niños y adolescentes que cada asignatura puede aportar al cuidado del ambiente de una forma creativa.

Los proyectos interdisciplinares invitan a que la matemática deje de ser un cálculo aislado para convertirse en una herramienta para medir y transformar la realidad. Calcular la huella de carbono del colegio puede ser una actividad donde se involucren distintas materias: en ciencias se estudia qué es el dióxido de carbono y cómo impacta en el cambio climático, en matemática se realizan las mediciones de consumo de electricidad, uso de transporte y generación de residuos, y en lengua se redactan informes para comunicar los resultados y las posibles acciones de reducción.

Esta actividad permite que los estudiantes comprendan la relación entre sus acciones cotidianas y el impacto ambiental, transformando un concepto complejo en una experiencia concreta que se vive en la escuela. Además, al realizar mediciones y cálculos, se fomenta el pensamiento lógico, la interpretación de datos y el análisis crítico, habilidades fundamentales que se potencian cuando se aplican a problemas reales.

El arte también se convierte en un recurso para cuidar el planeta. Crear obras con materiales reciclados no solo reduce residuos, sino que invita a los estudiantes a observar los objetos de desecho con una mirada creativa, transformando botellas, cartones o telas en esculturas, murales o instalaciones artísticas que transmitan mensajes sobre el cuidado del ambiente. Esta actividad puede vincularse con proyectos de ciencias donde se investigue el tiempo que tardan en degradarse distintos materiales, combinando información con expresión artística.

Los proyectos interdisciplinares pueden incluir campañas de concientización donde los estudiantes diseñen afiches, videos o intervenciones artísticas en la escuela con mensajes de cuidado ambiental, utilizando los datos obtenidos en los cálculos de huella de carbono o en investigaciones sobre contaminación. De esta forma, se fomenta que el arte sea un canal de comunicación y participación comunitaria, sumando a las familias y a toda la comunidad escolar en el compromiso de reducir el impacto ambiental.

La ciencia se vuelve accesible y cercana cuando se la vincula con la observación del entorno escolar. Medir la temperatura en diferentes espacios del colegio, analizar el consumo de agua, investigar las especies de árboles en los alrededores o crear huertas escolares son actividades donde se aprende ciencia mientras se cuida el ambiente. Estos proyectos pueden articularse con matemática para realizar mediciones, estadísticas y gráficos, y con arte para crear carteles informativos o registrar el crecimiento de las plantas en ilustraciones y fotografías.

Los proyectos interdisciplinares generan aprendizajes significativos porque cada contenido se conecta con la vida real y con un propósito que los estudiantes pueden comprender y valorar. El cuidado del ambiente se convierte en una experiencia compartida, donde cada materia aporta desde su especificidad para un objetivo común. Esta forma de trabajar también fomenta el trabajo colaborativo, la creatividad y la responsabilidad, cualidades que fortalecen a los estudiantes en su formación integral.

Un proyecto concreto puede ser la creación de un mural colectivo que represente la biodiversidad local, utilizando únicamente materiales reciclados y pigmentos naturales. Antes de realizar el mural, los estudiantes pueden investigar sobre las especies autóctonas, realizar cálculos sobre el área del mural y la cantidad de materiales necesarios y escribir textos informativos que acompañen la obra. De esta manera, matemáticas, ciencia y arte trabajan juntas en un mismo proyecto, mostrando que el aprendizaje puede ser creativo y comprometido con el ambiente.

Los proyectos interdisciplinares también pueden involucrar actividades como ferias de ciencias con temáticas ambientales, donde los estudiantes presenten experimentos y maquetas construidas con materiales reutilizados, o la organización de jornadas de medición de la huella de carbono de la comunidad escolar, con stands informativos y actividades lúdicas para las familias.

Incorporar proyectos interdisciplinares que integren matemáticas, ciencia y arte al servicio del planeta es una forma de enseñar sostenibilidad desde la acción, mostrando que cada materia tiene algo que aportar en la construcción de un mundo más consciente y respetuoso con el ambiente. Las escuelas que promueven este tipo de propuestas se convierten en espacios vivos, donde aprender se conecta con cuidar, y donde cada cálculo, cada experimento y cada obra de arte es una contribución al presente y al futuro de todos.